El inicio de la reunión de ministros de Finanzas del G20 en la ciudad surcoreana de Gyeongju estuvo ayer marcado por la necesidad de poner fin la guerra de divisas, que acentuó los desequilibrios en plena recuperación.

La reunión, que finaliza hoy, pondrá a prueba la capacidad de consenso en un foro con economías dispares, y servirá de última puesta a punto antes de la cumbre de Seúl de los días 11 y 12 de noviembre.

EEUU, a través del secretario del Tesoro, Timothy Geithner, fue el primero en pedir en una carta dirigida al resto de ministros de Finanzas que se "facilite un reequilibrio ordenado de la demanda global" y que los países "rehúsen las políticas cambiarias para lograr competitividad".

Este tipo de intervencionismo hace que economías dependientes de las exportaciones atraigan los flujos de capital internacional a través de una moneda más débil y ha provocado gran volatilidad en plena recuperación económica.

El representante norteamericano propuso también que los países con superávit consolidado dejen de debilitar sus monedas y potencien la demanda interna, mientras que sugirió que se establezca una horquilla del 4% del Producto Interior Bruto (PIB) a las balanzas por cuenta corriente, tanto a aquellas en positivo como en déficit. En este último punto, se encontró con a oposición de China, la India y otros países emergentes y de socios industrializados como Alemania y Japón, con economías netamente exportadoras.

Límites artificiales

Alemania cree que no es conveniente poner límites artificiales a las balanzas por cuenta corriente, mientras el ministro de Finanzas japonés, Yoshihiko Noda, tachó la propuesta de "poco realista".

El debate está protagonizado por EEUU y China, que se critican uno a otro sus políticas de divisas, mientras países como Japón ya se han visto obligados a intervenir de manera extraordinaria para evitar una peligrosa apreciación de su moneda.

Además, en la primera jornada de trabajo el presidente surcoreano y anfitrión, Lee Myung-bak, apuntó a otro de los temas de la agenda de esta reunión, y la cercana cumbre de Seúl: la reforma del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la creación de un marco para el crecimiento "fuerte, sostenido y equilibrado".