El Ejército de Nueva Zelanda asumió ayer el control de la seguridad en la segunda mayor ciudad del país, Christchurch, donde por tercer día consecutivo rige el estado de emergencia declarado a raíz del terremoto de 7 grados en la escala de Richter que sacudió la isla sur.

El primer ministro, John Key, indicó que la mitad de los hogares de la región de Canterbury, unas 100.000 viviendas, quedaron afectadas por el temblor, aunque los mayores daños se produjeron en Christchurch, habitada por unas 380.000 personas.

Varias decenas de soldados mantienen acordonado el centro de la ciudad, al que sólo se puede acceder a través de los controles de seguridad montados para prevenir el pillaje y accidentes provocados por el eventual derrumbe de los edificios dañados.

El Gobierno prolongó el estado de emergencia en el sur del país hasta el miércoles y también el toque de queda en Christchurch entre las 19.00 y las 7.00 horas para garantizar la seguridad ciudadana.