La conferencia internacional de Kabul, descrita por las autoridades afganas como "el inicio del proceso de transición", reunirá hoy a unos 40 ministros de Exteriores para discutir sobre el diálogo abierto con el movimiento talibán y planes económicos que fortalezcan las competencias del Gobierno.

En total, delegados de unos 70 países, entre ellos la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, se congregarán en el corazón de Kabul entre extraordinarias medidas de seguridad para evitar ataques de la insurgencia talibán como los ocurridos durante la "jirga de la paz" de junio pasado.

Los discursos inaugurales correrán a cargo del presidente Hamid Karzai, que durante el último año ha recibido duras críticas desde las cancillerías occidentales por la corrupción de su Gobierno, y del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en un evento al que acudirán también instituciones como el Banco Mundial y altos mandos de la OTAN.

El Gobierno declaró festivos los días de ayer y hoy y pidió a los ciudadanos que eviten transitar por el centro de la ciudad para garantizar la seguridad de las delegaciones, informó un portavoz presidencial, Siamak Herawi.

El Ejecutivo de Karzai ha apostado fuerte por que el evento se celebrara en la capital afgana y constituyera el mayor cónclave internacional en Kabul desde la década de 1970, pese a que hubo rumores de que se podía trasladar a una base militar.

El "plan de paz"

El capítulo más polémico a discusión será el "plan de paz" de Karzai, apuntalado en la asamblea de junio: el Gobierno propone gastar 784 millones de dólares en los próximos cinco años con el propósito de reinsertar en la sociedad a 36.000 insurgentes.

El programa debe beneficiar a 4.000 comunidades de 220 distritos situados en 22 de las 34 provincias de Afganistán, según un borrador hecho público por el Ministerio de Exteriores.

En la última reunión en Londres ya se comprometieron 140 millones de dólares para un fondo de reinserción -que luego se dijo que contaría con cientos de millones más- dirigido a rebeldes talibanes desligados de la red terrorista Al Qaeda que se avengan a dejar las armas.

El montante total debe cubrir un largo proceso que abarca, según lo dispuesto por el Gobierno, las negociaciones, el desarme y dar recursos a las comunidades más castigadas por el conflicto para que se suban al barco de la reconciliación.

La propuesta de diálogo llega con el movimiento talibán en una posición de fuerza y con la promesa del presidente de EEUU, Barack Obama, de que la el inicio de retirada de los soldados estadounidenses se lleve a cabo en julio de 2011, aunque la salida definitiva tardará años.

Voces críticas ya han exigido resultados a la conferencia: durante los últimos días Human Rights Watch ha advertido de que los derechos de las mujeres no pueden ser sacrificados para acomodar a los insurgentes y la organización humanitaria Oxfam ha pedido que se acaben las "promesas vacías" y se actúe para sacar de la miseria a la población.

En el plano estrictamente económico, Karzai solicitará que la comunidad internacional apoye la puesta en marcha de un puñado de ambiciosos programas, bautizados como Estrategia de Desarrollo Nacional, por valor de 8.264 millones de dólares.

El Ejecutivo prevé que la aplicación de estos planes -en ámbitos como las infraestructuras, el sistema judicial, la financiación de las fuerzas de seguridad o la agricultura, devastada por el cultivo del opio- eleve el PIB afgano de los 13.000 millones de dólares de 2009 a 80.000 millones en 2025.

La novedad es que el Gobierno de Karzai quiere que de forma paulatina el 50 por ciento de la ayuda internacional -frente al 20 por ciento actual- se canalice a través de sus arcas y no de otras organizaciones; y que el 80 por ciento de las partidas vayan a los planes que propone.