Al menos 45 personas murieron y más de medio millar resultaron heridas en los enfrentamientos étnicos registrados el jueves y ayer en el sur de Kirguizistán y que ponen a prueba la capacidad de las nuevas autoridades de controlar la situación en ese país de Asia Central. El ministerio de Sanidad kirguís informó de que, según los últimos datos, un total de 632 personas solicitaron asistencia médica, de las cuales 451 tuvieron que ser hospitalizadas, y la mitad de los heridos están en estado grave.

El Gobierno provisional de Kirguizistán admitió que los disturbios en la ciudad de Osh, centro regional en el sur del país, donde reside una importante minoría uzbeka, son de carácter interétnico.

"Debemos tomar conciencia de que se trata de enfrentamientos entre dos etnias. Necesitamos fuerzas para detener a la multitud y poner fin al derramamiento de sangre", declaró en la capital del país, Biskek, la presidenta interina kirguís, Rosa Otunbáyeva.

Los desórdenes tuvieron lugar en el centro de Osh tras una pelea masiva entre jóvenes kirguises y uzbekos, que degeneró en actos de vandalismo, con saqueo de comercios y quema de coches, según la agencia oficial Akipress.

El ministerio del Interior kirguís aseguró que sus unidades, puestas en estado de máxima alerta, han logrado hacerse con el control de la situación y "desplazar a los grupos de jóvenes agresivos del centro de la ciudad".

"Las fuerzas de seguridad han tomado el control de la ciudad, aunque en algunos sectores todavía actúan grupos violentos", aseguró en una conversación telefónica Farid Niyázov, portavoz del Gobierno provisional.

El funcionario explicó que los ministerios del Interior y Defensa trasladaron a Osh tropas y vehículos blindados y declararon en la ciudad el estado de excepción y el toque de queda, que rige desde las 18:00 hasta las 06:00.

Movilización del Ejército

Las autoridades han movilizado a un millar de agentes de la policía y unidades militares para patrullar las calles de Osh, con autorización de abrir fuego para disolver a los grupos violentos que amenacen la vida de la población civil.

Sin embargo, medios locales afirman que las fuerzas del orden sólo controlan el centro de la ciudad, mientras en los suburbios siguen los enfrentamientos entre diversos grupos y se oyen disparos.

Por su parte, los habitantes de la ciudad, preocupados por defender durante la noche sus casas y comercios de los grupos violentos y los saqueadores, cortan las calles con improvisadas barricadas, que a su vez impiden la circulación de las ambulancias y bomberos.

La situación fue tratada ayer en la capital uzbeka, Taskent, en una cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), alianza regional que agrupa a China, Rusia y a cuatro países centroasiáticos: Kazajistán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán.

"Esperamos que la administración provisional de Kirguizistán, que debe demostrar su legitimidad y capacidad de gobernar, consiga controlar la situación. La falta de autoridad y control conduce a la violencia", declaró el presidente ruso, Dmitri Medvedev, quien añadió que "sólo un poder eficaz y capaz de resolver los problemas políticos y económicos del país puede ganarse la confianza del pueblo" y anunció la decisión de los líderes de la OCS de prestar urgentemente ayuda humanitaria a Kirguizistán, considerado el país más pobre de la región.