El rey de Bélgica aceptó ayer la dimisión del Gobierno que presidía desde hace apenas cinco meses el democristiano Yves Leterme y le encargó que continúe ocupándose sólo de los asuntos corrientes.

Leterme había presentado la dimisión de todo su equipo el pasado jueves, tras la retirada, por sorpresa, de los socios liberales flamencos (Open VLD) de la coalición de cinco partidos que ha gobernado en Bélgica desde noviembre.

El origen de la crisis es la incapacidad de los dirigentes políticos de las dos comunidades del país, flamencos y francófonos, para ponerse de acuerdo sobre el estatuto lingüístico de las poblaciones situadas en la periferia de la capital, Bruselas.

Los partidos de la mayoría gobernante -democristianos y liberales flamencos y francófonos, y socialistas francófonos- se habían dado de plazo hasta la Semana Santa para tratar de llegar a un compromiso que resolviera la disputa en torno al distrito de Bruselas-Halle-Vilvoorde (BHV), que envenena desde hace décadas la vida política en este país.

Vencido el plazo y agotada la mediación que el rey encargó al ex primer ministro Jean-Luc Dehaene, los liberales del Open VLD decidieron el jueves pasado retirarse del Gobierno, en un intento de forzar a los partidos francófonos a aceptar un acuerdo inmediato.

Frontera lingüística

Todos los partidos flamencos reclaman desde hace años la división del distrito electoral y judicial de BHV, que representa una anomalía en la organización del Estado. Desde que quedó fijada la frontera lingüística en este país, BHV es el único distrito a caballo entre las dos comunidades monolingües.

Pese a estar situadas en Flandes, algunas poblaciones de la periferia de Bruselas donde los francófonos son mayoritarios siguen disfrutando de facilidades, como poder votar y ser elegidos en listas francófonas o comparecer ante la Justicia en su lengua materna.

Los francófonos de Flandes insisten en blindar esas facilidades o, en su defecto, ampliar el territorio de la región-capital de Bruselas, la única que es constitucionalmente bilingüe.

El rey Alberto II había mantenido desde el jueves en suspenso la dimisión de Leterme, pero ayer el monarca terminó por aceptarla, lo que indicaría, según los observadores, que el bloqueo político es total.

"Estamos ante una grave crisis del Estado", reconoció la viceprimera ministra socialista, Laurette Onkelinx, y "no lejos de una crisis del régimen".