El futuro del Gobierno belga continuaba ayer en el aire en medio de los intentos de los diferentes partidos por limar las tensiones entre flamencos y francófonos que llevaron el jueves al primer ministro, Yves Leterme, a presentar su dimisión.

El partido liberal flamenco Open VLD, que provocó la nueva crisis al retirarse de la coalición gubernamental, abrió ayer la puerta a una posible continuidad del Ejecutivo, pero mantiene sus exigencias y unos plazos muy ajustados.

En la práctica, el líder del Open VLD, Alexander De Croo, planteó un ultimátum para la resolución del contencioso sobre la periferia de Bruselas que enfrenta a francófonos y flamencos.

La fecha límite para cerrar un acuerdo sería el próximo jueves, pues de no haberlo, el Open VLD y otros partidos flamencos podrían forzar un voto en el Parlamento federal sobre el problema lingüístico de Bruselas-Halle-Vilvoorde (BHV).

Ese escenario es el que tratan de evitar el resto de fuerzas del Gobierno.