El presidente ruso, Dmitri Medvédev, expresó ayer la necesidad de lanzar una profunda modernización económica e industrial del país para dejar de vivir de las rentas heredadas de la extinta Unión Soviética.

"No hemos conseguido abandonar la estructura primitiva de nuestra economía y la humillante dependencia de las materias primas", según admitió ayer el líder ruso al presentar en el Kremlin ante el Gobierno y el Parlamento su segundo mensaje anual sobre el estado de la nación.

Medvédev subrayó que "el prestigio de la patria y el bienestar nacional no pueden basarse indefinidamente en los logros del pasado", la ya inexistente URSS, de la que Rusia heredó desde la industria del gas y petróleo hasta las tecnologías espaciales y las armas nucleares.

El jefe del Kremlin resaltó que "la costumbre de vivir a costa de las exportaciones frena el desarrollo innovador" de la economía rusa, que "resultó más afectada que otras por la crisis financiera global" y que sigue siendo "vergonzosamente poco competitiva".

El líder ruso criticó así implícitamente a su antecesor en el Kremlin y actual primer ministro, Vladímir Putin, que no consiguió iniciar la modernización del país en sus ocho años de "vacas gordas", pese a que los precios del crudo estaban por las nubes.

Aunque consideró "satisfactoria" la gestión del Gobierno actual en tiempos de crisis, Medvédev declaró "inviables" las gigantescas corporaciones estatales creadas por Putin y ordenó a su Ejecutivo reducir la presencia del Estado en la economía.

Los analistas vieron en esta actitud de Medvédev un intento de liberarse de la sombra de Putin, considerado el verdadero hombre fuerte del país y del que el presidente actual fue asesor durante 17 años, hasta que éste lo eligió como su sucesor en el Kremlin.