El nuevo Gobierno de Honduras presidido por Roberto Micheletti comienza a sufrir ya sus primeras complicaciones al recibir un fuerte rechazo por parte de la comunidad internacional, que condenó enérgicamente el golpe de Estado ocurrido el domingo y lanzó un único mensaje: la restauración inmediata del orden constitucional y la restitución de Manuel Zelaya como único mandatario reconocido de esa nación centroamericana.

Desde que se conoció a nivel internacional el golpe propiciado por los militares, las expresiones de rechazo no han cesado, por el contrario, se han ido intensificando a medida que el nuevo Gobierno, nombrado el domingo por el Congreso hondureño, continúa dando pasos en un intento poco exitoso de lograr su consolidación y la aprobación del resto de las naciones.

Los primeros países en expresar su repudio a lo ocurrido fueron Venezuela, Cuba y Nicaragua, considerados los principales aliados de Zelaya. Pero este rechazo se fue extendiendo hasta pasar los límites del continente americano, alcanzando a la UE que ya calificó de "inaceptable" el derrocamiento del Gobierno hondureño.

Pero el pronunciamiento más esperado fue, sin duda, el del presidente de EEUU, quien ya ha dejado claro que no reconocerá a ningún otro presidente que no sea Zelaya. Sus palabras no sólo disolvieron el estigma que tenían los Gobiernos norteamericanos de ser los principales responsables de los golpes de Estado en Centroamérica, sino que además dieron pie a que otros países se sumaran a la condena mundial.

Obama, con Zelaya

"Nosotros reconocemos a Zelaya como el presidente constitucional y debidamente electo de Honduras. No vemos otro", sostuvo Obama en una rueda de prensa convocada por el Departamento de Estado, poco después de pedir a los "actores políticos y sociales" hondureños que respeten las normas democráticas y la norma legal en el país centroamericano, e instó a que se resuelvan "pacíficamente" cualquier tensión o disputa.

El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, también se sumó a las manifestaciones de preocupación por los últimos acontecimientos ocurridos al condenar el arresto de Zelaya, al tiempo que expresó "su fuerte apoyo a las instituciones democráticas" y exigió "el restablecimiento de los representantes del país elegidos democráticamente".

Micheletti ha intentado convencer tanto sus ciudadanos como a la comunidad internacional de que llegó al poder por un "acto democrático" y no por un golpe de Estado, al punto, que denominó como un "proceso de transición" a esta etapa política de ese país.

"No llego a esta posición bajo ignominia de un golpe de Estado, llego a la Presidencia como producto de un proceso de transición absolutamente legal", dijo el hasta ayer presidente del Congreso hondureño que, de acuerdo con la Constitución, le corresponde asumir el mando en caso de ausencia o renuncia del mandatario.

Así, aclaró que lo ocurrido la madrugada del domingo en Honduras "es un acto democrático" alegando que el "Ejército sólo ha cumplido con la función que le ordenó la Corte Suprema de Justicia a través de sus juzgados, la Fiscalía y el mayor sentimiento del pueblo hondureño".