La reunión ayer entre el presidente de EEUU, Barack Obama, y su colega colombiano, Alvaro Uribe, se desarrolló a la sombra del golpe de Estado en Honduras, que el líder estadounidense definió como "no legal".

Ambos mandatarios se reunieron por espacio de más de una hora en el Despacho Oval, primero a solas y después junto a sus equipos de asesores, en un encuentro en el que además de la situación en Honduras abordaron asuntos como el Tratado de Libre Comercio (TLC) entre ambos países, pendiente de la ratificación en el Congreso de EEUU, o la lucha contra el narcotráfico.

Los dos mandatarios dedicaron buena parte de sus conversaciones en el Despacho Oval a tratar sobre el TLC, que Obama criticó cuando era el candidato presidencial demócrata.

Los demócratas en el Congreso de EEUU se resisten a ratificar el tratado al reclamar más garantías sobre la protección a los derechos humanos y a los sindicalistas en Colombia.

En este sentido, el presidente estadounidense reconoció que "queda trabajo por hacer" pero se declaró "esperanzado de que podamos avanzar hasta completar" la puesta en marcha del tratado, que su predecesor, Bush, describió en su día como "necesario" para la seguridad de EEUU.

No obstante, Obama precisó que "la carga no recae únicamente en Colombia" y deben ser los dos países los que colaboren para "llegar a un lugar en el que sus respectivos legisladores estén convencidos de que el acuerdo beneficiará a los dos países".