El Gobierno de EEUU dijo ayer que, por ahora, no prevé suspender la ayuda exterior a Honduras tras el golpe de Estado del domingo, pero mantiene las presiones para encontrar una salida política a la crisis en ese país. El golpe contra el presidente Zelaya y su destitución después de que el Congreso hondureño aprobase a Roberto Micheletti como presidente interino fue condenado por EEUU, América Latina, la UE, la OEA, las Naciones Unidas y distintos grupos humanitarios en todo el mundo.

Esta acción, que Washington intentó evitar en sus contactos con los militares, supone una gran prueba de fuego para la política exterior de Obama, que busca un mayor acercamiento con la región.

Durante una rueda de prensa, el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, afirmó que la meta de EEUU es trabajar con sus socios para que se restablezca el orden democrático, pero no quiso aventurar cuáles serían los siguiente pasos de Washington respecto a la suspensión de ayuda o retirada de su embajador.

"Pienso que parte de eso estará en el marco de los próximos pasos al evaluar esto. Simplemente, no quiero entrar en cosas específicas en este momento", dijo Gibbs.

Horas antes, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, señaló que EEUU no suspenderá la ayuda económica a ese país, en muchos casos supeditada al respeto de las normas democráticas. "La prioridad inmediata es restablecer el orden democrático pleno", dijo Clinton, quien cambió su lenguaje cauteloso del domingo y describió la situación de "golpe de Estado".

El Ejército hondureño derrocó a Zelaya con el apoyo de sectores políticos que rechazaban la consulta popular que éste promovía para una reforma constitucional, en busca de un segundo mandato de cuatro años.