El presunto criminal nazi ucraniano John Demjanjuk aterrizó ayer en Múnich, tras perder su larga pugna por zafarse de la justicia, que a sus 89 años le hará responder del cargo de complicidad en el asesinato de 29.000 judíos en el campo de exterminio de Sobibor, en la Polonia ocupada.

La justicia alemana tratará de demostrar lo que no logró la israelí veinte años atrás: que Demjanjuk no fue una víctima del nazismo, sino un "Trawniki" -o guarda voluntario- que de preso pasó a convertirse en brazo ejecutor del plan de exterminio nazi.

Los alegatos de que a esa edad, en silla de ruedas por problemas en la columna vertebral y dolencias renales, hacerle responder ante un tribunal es una tortura, no evitaron su extradición.