La masacre de 44 personas, incluidos niños y mujeres embarazadas, durante una ceremonia religiosa en la localidad turca de Bilge, en la provincia de Mardin (sureste del país), ha reabierto el debate sobre el sistema paramilitar de guardias rurales en Turquía.

En la noche del lunes, cuatro o cinco individuos enmascarados asaltaron dos casas de Bilge en las que se habían congregado los participantes en una ceremonia de compromiso y matrimonio religioso de la hija del jefe de aldea, Cemil Celebi.

Los asaltantes dispararon con ametralladoras contra los asistentes de forma indiscriminada durante un cuarto de hora. Seis de las víctimas mortales eran niños, y 17, mujeres, según confirmó ayer el ministro turco del Interior, Beshir Atalay, que visitó la aldea. Por su parte, el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, excluyó la posibilidad de que el ataque haya sido perpetrado por rebeldes del proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).

En una reunión del grupo parlamentario del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) que lidera, Erdogan advirtió: "Ninguna costumbre puede justificar un ataque tan horrible".

Esta declaración del jefe de Gobierno, especialmente el término "costumbre", es interpretada como una alusión a que la disputa que habría llevado a la masacre tiene su origen en las tradiciones feudales arraigadas en las estructuras de la región.

Con el mismo apellido

La pequeña aldea de Bilge, a 40 kilómetros del centro provincial de Mardin, cuenta con 32 hogares y 300 habitantes que son todos de la misma familia, y todos sus varones adultos integran la guardia rural paramilitar pagada por el Estado para luchar contra los rebeldes del PKK.

Un total de ocho sospechosos de estar implicados en el sangriento ataque, incluidos cuatro hombres que podrían haber participado personalmente, fueron detenidos por la Gendarmería. "Tanto los (supuestos) asesinos como los asesinados tienen el mismo apellido", dijo Erdogan.

Según declararon algunos conocedores de la región a las televisiones turcas, la raíz del ataque se remontaría a una antigua disputa por terreno, pero otros creen que los asaltantes querían que la novia se casara con uno de ellos y atacaron porque fueron rechazados en su aspiración.

La ceremonia de compromiso, a la que más adelante, en verano, le seguiría una gran fiesta de boda, debía unir las vidas de Sevgi Celebi, la hija del jefe de la aldea, y de Habib Ari, su novio, también de la misma aldea, pero ambos murieron el lunes.