Un joven de 23 años se coló en un bufete de abogados de Coimbra y logró hacerse con un botín valorado en 74.730 euros (105.370 dólares), pero en vez de huir con el producto del robo, optó por darse un descanso. Quizá por los efectos de la noche del sábado, el joven ladrón se quedó dormido tan profundamente que no despertó hasta el mediodía del domingo. Sobresaltado, confuso y rodeado del variado producto de su robo, el confiado asaltante se encontró al abrir los ojos con el abogado propietario del bufete y acabó detenido.