A ritmo de rock and roll, Elvis Presley arrastró a miles de seguidores en los 50 dando origen al "fenómeno fan", que los Beatles consolidaron años después. Legiones de admiradores siguen aupando hoy a sus mitos pero, entre ellos, se cuelan individuos solitarios, obsesivos y capaces hasta de matar al ídolo.

Con relativa frecuencia, el espectáculo o el deporte deparan trágicos ejemplos: el más famoso, el asesinato en 1980 en Nueva York del beatle John Lennon, por Mark David Chapman, que minutos antes le había pedido un autógrafo; el más reciente, el pasado 7 de junio en Madrid, el intento de asesinato de la actriz Sara Casasnovas, a quien un admirador alemán, que decía estar enamorado de ella, le disparó con una ballesta.

Un fervor, con consecuencias por lo general menos graves, pero que obligan a actores, cantantes o deportistas a mantener distancias con sus fans, para evitar situaciones como la que se produjo ayer, viernes, en Los Angeles, donde un taxista atropelló al actor Robert Pattinson, protagonista de la película de vampiros juveniles "Crepúsculo", cuando intentaba huir de un grupo de admiradores.

Un estudio de la Universidad de Leicester, en Reino Unido, sobre el "Síndrome de adoración al mito" (Celebrity Worship Sindrome CWS), establecía, en 2003, que uno de cada tres británicos lo padecía en distintos niveles: un 22% bajo, un 12% medio y un 1% patológico.

Personas solitarias, impulsivas, carentes de habilidades sociales, manejadas por los medios, con una personalidad neurótica, un posible trastorno obsesivo y predominantemente varones, era el perfil del grupo minoritario en esa escala.

En su modo de actuar, les caracterizaba su pérdida de contacto con la realidad, la utilización de un lenguaje agresivo, el gasto de sumas enormes de dinero por un pequeño recuerdo, la convicción de que el ídolo les conoce y les quiere, el padecimiento de enfermedades psicosomáticas y la capacidad de dar la vida, agredir o matar por su mito.

En el nivel bajo de esa escala se encuadrarían la mayoría de los fans: personas jóvenes, predominantemente mujeres, extrovertidas, que pertenecen a clubes, que participan del fervor colectivo en actuaciones y que conocen la obra y canciones del artista.

Y en el medio encajarían personas de humor cambiante, con rasgos de ansiedad, propensas a la depresión, que se cuelan en los camerinos, gritan o se desmayan en las actuaciones y que desearían mantener una relación sexual con el ídolo.