Un año después de su boda con el jefe del Estado francés, Nicolas Sarkozy, la ex modelo y cantante Carla Bruni, "la presidenta", se ha ganado el respeto de quienes auguraban que no daría la talla y ha logrado incluso mejorar la imagen de su marido.

El veredicto sobre su papel de representación en el exterior es de "intachable" y, aunque en Francia la siguen viendo algo distante y fría, poco a poco va conquistando a los franceses.

Este es el balance que hacía ayer el diario Le Parisien, coincidiendo con el primer aniversario de una boda que ha transformado el perfil institucional del Elíseo.

La "primera dama" ha ganado en discreción y en elegancia, y aunque sigue siendo atípica para lo que estaban acostumbrados los franceses, ya no es vista como la "modelo devorahombres" como se le llegó a tildar cuando comenzó su relación con el presidente francés.

Su currículum sentimental daba pie a hacer ese tipo de afirmaciones y también algunas de sus declaraciones públicas, como en las que se definía de izquierdas y aseguraba que la monogamia le aburría "mortalmente".

Todo eso es pasado. La Carla Bruni del Elíseo es una perfecta anfitriona, que sigue al dedillo su papel y que se ha quitado los tacones para no desentonar demasiado con su esposo.

Ha logrado incluso mejorar la imagen de Nicolas Sarkozy, incluirle en su exquisito círculo social y acercarle a la izquierda más burguesa.

Y lo ha hecho manteniendo su propia agenda, su trabajo e incluso su apartamento de soltera, donde cada día trabaja en su estudio de grabación.

Como cantante, en este año ha publicado su último disco, "Comme si de rien n''était" ("Como si nada hubiera pasado"), en el que incluye una canción que habla de un amante que genera una adicción comparable a la de la cocaína y que muchos identificaron con Sarkozy.

Y como "primera dama", ha acompañado a su marido en visitas oficiales al Reino Unido y Sudáfrica, ha recibido al líder espiritual tibetano, el Dalai Lama, y se ha convertido en embajadora del Fondo Mundial para la protección de las madres y los niños contra el sida.

Lejos quedan ya todos los rumores que circulaban cuando saltó la noticia y la ahora pareja presidencial se dejó ver y fotografiar en una escapada a Disneylandia, acompañada del hijo de ella, o en su viaje a Egipto y Jordania, cuando aún eran novios y no dejaban de protagonizar todas las portadas. El anuncio de la boda apenas tres meses después de que se conociera su relación no hizo más que avivar las críticas.