En el artículo de opinión de la pasada semana ("Esos informadores") dejé preparado el terreno para dejarles con esta idea acerca de la valoración de lo que se hace en restauración, en este caso la de... Anton Ego. ¿Recuerdan? El severo crítico de la película "Ratatouille".

Dice así: "La vida de un crítico es sencilla en muchos aspectos; arriesgamos poco y tenemos poder sobre aquellos que ofrecen su trabajo y su servicio a nuestro juicio. Creamos expectativas con las críticas negativas - divertidas de escribir y leer-, pero la triste verdad que debemos afrontar es que en el gran orden de las cosas cualquier basura tiene más significado que lo que deja ver nuestra crítica.

Pero, en ocasiones, el crítico si se arriesga cada vez que descubre y defiende algo nuevo... el mundo suele ser cruel con el nuevo talento, las nuevas creaciones... lo nuevo necesita amigos. Anoche experimenté algo nuevo, una extraordinaria cena de una fuente singular e inesperada: decir soo que la comida y su creador han desafiado mis prejuicios sobre la buena cocina subestimaría la realidad.

Me han tocado en lo más profundo. En el pasado, jamás oculté mi desdén por el famoso lema del chef Gusteau: "Cualquiera puede cocinar". Pero al fin me doy cuenta de lo que quiso decir en realidad: "No cualquiera puede convertirse en un gran artista, pero un gran artista puede provenir de cualquier lado".

Es difícil imaginar un origen más humilde que el del genio que ahora cocina en el restaurante Gusteau, y quien, en opinión de este crítico, es nada menos que el mejor chef de Francia. Pronto volveré a Gusteau... hambriento".

Un mensaje este, del crítico de ficción, del que me propongo tirar del ovillo de vez en cuando.

Les dejo que voy a probar en un restaurante.