El cierre de un local no es una noticia agradable y más aún si se trata de un lugar que como el Viña Lagar, en la avenida de La Salle, atesora más de cincuenta años de vida.

José García Herrera, conocido como "El Gomero", heredó el negocio de su suegro, hace ahora 47 años, y junto a su mujer, Loli, avivó los calderos hasta que la salud lo obligó al traspaso, en la persona de Miguel, siempre manteniendo el referente de la comida casera (sopa de pollo y pescado, carne mechada, judías, garbanzas, pulpo, paella, etc. ) y la bandera del garrafón de vino tinto del país, de La Victoria "y que no falte", dice José.

A pesar del tiempo, de los cambios, como la sustitución de la barra de granito por la de acero inoxidable, el Viña Lagar conserva ese carácter de punto de encuentro, espacio de tertulia, reunión y debate de vecinos de toda la vida.

José recuerda las paradas técnicas de la Refinería y aquel "rancho" de operarios llegados de Algeciras y Cartagena. "Dábamos hasta cuatro turnos de comida al día", dice con nostalgia, y a Harinera, Coca Cola, la ferralla...

Todo ha cambiado. "Hasta las personas", comenta José, quien no entiende las exigencias que impone la comunidad de vecinos y que estrangulan a los negocios.

"Cuando cierre la persiana se me va a caer el alma a los pies".