Seguimos hoy con los principales defectos aromáticos que podremos encontrar en los vinos.

Enmohecido-Terroso: una falta de higiene en el material de bodega y especialmente de las cubas y barricas, pueden traducirse en un aroma a enmohecido o terroso.

Los vinos afectados presentan un olor y gusto a tierra húmeda que puede recordarnos a la remolacha. Muchas denominaciones de origen y bodegas, presumen del uso relativamente nuevo de sus barricas, generalmente no superior a seis o siete años, con el fin de evitar la aparición de este tipo de olores.

Caballo: tras una larga investigación sobre la importancia olfativa de ciertos aromas en los vinos, Pierre Dubois, investigador del INRA, confirma un conjunto de aromas que evocan el olor a caballo, una nota animal, muy parecida al estiércol de caballo.

e encuentra setenta veces más en los vinos tintos que en los blancos. Favorece su aparición la maceración de las uvas al abrigo del oxígeno. Muchas veces se relaciona con un aroma que surge con el envejecimiento prolongado del vino en botella.

Coliflor: esta impresión azufrada de coliflor o de maíz en lata, corresponde con un estado avanzado de reducción, generalmente se manifiesta en vinos blancos mal desfangados (poco limpios antes de la fermentación).

Cebolla: una nota desagradable que muchas veces va unida al olor a caucho. Generalmente se trata de un problema por la falta de oxigenación. e puede eliminar por ventilación, realizando los trasiegos necesarios.

Como comentamos en el artículo anterior, afortunadamente, son pocos los casos en los que aparecen este tipo de aromas y su mención es meramente didáctica.

La próxima semana continuaremos con otras alteraciones aromáticas que podríamos encontrar en los vinos.

Hasta entonces...

¡alud!

*Eólogo de la Bodega Tajinaste