Anémonas de Cádiz, miel italiana de abejas nómadas, soja y kuzu japonés o rosas de Ecuador protagonizan las fotografías de "The Fragile Feast" (el festín frágil), un trabajo con el que la artista Hannah Collins ha querido capturar la esencia de 30 ingredientes que han inspirado los platos de Ferrán Adriá.

Una selección de las 250 imágenes tomadas por Collins en su viaje por Europa, Latinoamérica y Japón para plasmar los alimentos sugeridos por el chef de El Bulli puede verse desde mañana en la galería Ivorypress Art Books Space II de Madrid, y han sido recopiladas en el libro "The Fragile Feast", publicado por Hatje Cantz.

"Un día durante una conversación con Ferrán hablamos de los orígenes de las cosas. Mi idea era llevar a cabo este proyecto con lugares de España, pero él dijo que mejor de todo el mundo, y me dio los 30 ingredientes. Ahí empezó todo", ha explicado la fotógrafa.

La relación de Collins con El Bulli, es anterior, ya que desde hace años una fotografía suya (una mano que sostiene unos huevos) cuelga en la cocina del mítico restaurante, hoy cerrado y convertido en fundación.

"Cada palabra tiene un mundo dentro. La historia de la caña de azúcar es increíble, casi todas las anémonas que se comen vienen de Cádiz, los pistachos llevaban mil años fuera de España y han vuelto...", relata la fotógrafa.

Aunque los mejores recuerdos los protagoniza la cocina de Adriá, donde Collins se las vio y deseó para capturar con su objetivo algunos de los ingredientes desde distancias mínimas.

"Había que buscar un lenguaje que representara la relación entre la cocina y el mundo, y la fotografía ha sido el vehículo perfecto para hacerlo", apunta.

En el recuerdo quedan también las enormes rosas que fotografió junto al volcán de Cotopaxi en Ecuador, de donde proceden las rosas que emplea Adriá en sus platos y cuyo gran tamaño se debe a que crecen en rica tierra volcánica y zonas muy altas, por lo que reciben más sol.

La fase japonesa del periplo ha quedado asimismo grabada en la retina de la fotógrafa, conmovida por una familia que lleva tres siglos elaborando kuzu ininterrumpidamente, "muestra de una cultura continua y auténtica".

Porque "The fragile feast" no es sólo la historia de unos ingredientes, sino de las personas que están detrás, "de cómo utilizamos los recursos que tenemos", indica.

"No es una historia moral pero tampoco es amoral, es una investigación muy física del mundo, muy visual, pero que nos lleva a pensar", añade Collins, para quien el proyecto "es un libro de arte, porque contiene mis fotografías, pero también de cocina porque tiene 12 recetas, y también de viajes porque eso es lo que relata".