Ciertamente, se hace bastante complejo descubrir el estilo y el sabor de lo que fue el viejo Santa Cruz sin antes detenerse a observar, con detenimiento y perspectiva del tiempo, lugares como el que ocupa la Tasca la Noria.

Este local, que se muestra con los brazos abiertos en esa tradicional esquina que forman las añejas calles de Imeldo Serís y La Candelaria, se ha ido empapando de historias, tanto anónimas como también célebres, ya desde aquellos tiempos que señalaron el origen y el asentamiento de la población; la expansión progresiva del lugar que después sería Villa; el nacimiento y la evolución de su puerto, hasta desembocar en la consideración de ciudad y el título de capital.

Ahora, con el paso de los años, nos movemos en la vorágine de una época cambiante y rápida que, quizás, se refleje en ese constante ir y venir del tranvía, el paradigma de lo que representa modernidad y progreso.

Y creo que a los chicharreros de ahora, acaso porque han vivido y crecido de espaldas a la mar, les está faltando encontrar y entender esos gestos de cariño que está precisando uno de los espacios más singulares y entrañables de Santa Cruz, donde asoman recovecos encantadores que se pierden sin siquiera una despedida.

Por eso animo a conocer la Tasca la Noria, con una cocina que se concibe desde esa sencillez que encierra, entre otras muchas virtudes, un evidente aroma que sólo desprende lo natural y sincero.

En buena medida, el conocimiento y ese caudal de sensaciones que Rosi vuelca con dedicación y esfuerzo en cada plato, después se traduce con gusto en la mesa, gracias a la mano de Toñi.

Si les hablo de una ensalada compuesta a partir de hojas de canónigo, a priori esto no supone ninguna novedad. El detalle hay que buscarlo en la composición de un plato que se monta sobre una rebanada de pan de molde; el tomatito cherry; la cebolla confitada; la personalidad del queso y la agradable sorpresa de tropezarse con frutos secos.

La carta ofrece otras variedades vegetales: de queso de cabra; de confit de pato; con ahumados...

Ahora bien, lo del calamar a la andaluza significa descubrir -nada menos que en un frito- aromas y texturas que transmiten suavidad y un paladar ligero; el toque del perejil; la presencia del jamón... Un bocado apetitoso y recomendable.

Por su parte, el bacalao a la bilbaína es capaz de acomodarse, con su aspecto rotundo y ese volumen carnoso, junto a un rastro de miel, verduras y nuestras papas arrugadas. Entre los productos de la mar figuran variados de bacalao; brocheta de atún y langostinos y los pescados del día.

En cuanto a las carnes, Rosi prepara un solomillo a la mostaza, con una costra caramelizada en la superficie, y salsa de cebolla que se saborea con gusto. Otras opciones son el steak tartar; secreto ibérico con compota de manzana; solomillo de res a la plancha o al queso, además de chateaubriand.

Para postres, se puede elegir entre un ponche segoviano; brazo de chocolate; quesillo o brownie.

En Tasca la Noria, la cocina es natural y sincera.