El chef asturiano Marcos Morán, ganador de la primera edición del premio Millesime a la trayectoria en la cocina, cree que los cocineros han pasado de ser "mozos de pista a trapecistas sin red, sin un término medio", para indicar que del anonimato han pasado a ser personajes con foco mediático.

Morán lo explica así en la ciudad de Oviedo, en una entrevista en el restaurante Casa Fermín, donde se ha celebrado la primera de las ocho sesiones regionales previas a la final de la segunda edición del premio Millesime.

Morán ha participado junto a uno de los ocho finalistas, el gallego Marcos Tejedor -representante del noroeste peninsular-, y junto al restaurador anfitrión, Luis Alberto Martínez.

"Salimos demasiado en la prensa y podemos llevar a equívocos a mucha gente, pero esta profesión sigue siendo muy dura", reflexiona Marcos Morán, quien se considera un "superafortunado" que no puede "ser ejemplo real para nadie", ya que pese a su juventud codirige junto a su padre Casa Gerardo, en Prendes (Asturias), que tiene una estrella Michelín.

El cocinero asturiano, que venció en la primera edición del premio patrocinado por Cruzcampo Gran Reserva, cree que es "triste" y "mentira" que los grandes chefs sean referencia, pues lo tendría que ser "el que da el menú del día a cien personas a 9,5 euros, conseguir que el jefe no le riña y no quedar deslomado".

De hecho "el poder mediático de la gastronomía es cuestión de moda y tiempo", opina un gran cocinero asturiano, Luis Alberto Martínez, que ha hecho de anfitrión en la fase noroeste del segundo certamen Millesime.

"Volverá a su cauce y se equilibrará", cree el cocinero de Casa Fermín, quien, no obstante, piensa que la atención mediática y social a lo culinario "ha engrandecido a la cocina, porque ha metido al cliente dentro" y considera que "ahora todo el mundo sabe lo que hacemos", agrega Martínez.