Como a cualquier vietnamita, a Huang Sec Quoc Phuong le encanta al arroz, pero la especialidad de este restaurador es la paella valenciana, que aprendió a cocinar durante las tres décadas que vivió en el exilio en España.

Aunque le falta el tradicional garrafó (haba grande de color blanco) y prefiere el pollo al conejo, el sabor es el de siempre y como buen levantino, el chef no olvida rascar con la espátula para cada ración algo de "socarrat", los granos crujientes y algo quemados que hay que rascar porque se quedan pegados a la paellera.

También es muy popular su paella de marisco, dado el excelente género que se obtiene de los caladeros en Vietnam.

Es, sin duda, el plato estrella de la carta del restaurante que abrió hace cuatro años en Hanoi y bautizó "Español" en recuerdo del año que vivió en Madrid y los 29 que residió en Valencia, su ciudad de adopción.

Allí conserva aún una casa en la Plaza del Poeta Miguel Hernández a la que suele regresar al menos una vez al año, ya sin problemas de visado, porque se ha nacionalizado español.

Los nostálgicos de la cocina mediterránea y española en general frecuentan su establecimiento, que, aunque no es el decano de Hanoi, satisface las exigencias de los paladares más exigentes y sobre todo de los puristas valencianos, para los que una paella es mucho más que arroz.

"Salí de Vietnam en 1980 por cuestiones políticas. Un año antes, había estallado la guerra con China después de que invadiéramos Camboya, y los chinos atacaron el norte. Logramos resistirles pero cientos nos fuimos", relata este vietnamita "ché" de 58 años.

Huang fue entonces uno de tantos de sus compatriotas que hicieron las maletas y se embarcaron en peligrosas travesías marítimas rumbo a destinos inciertos en busca de un futuro mejor.

En un castellano casi sin acento, el restaurador explica: "aterricé en Madrid para buscarme la vida y allí trabajé primero como cocinero en restaurantes asiáticos, hasta que luego en Valencia una amiga me enseñó a hacer paella".

"Me marché con toda mi familia, mi primera esposa embarazada y dos hijos, el pequeño sólo tenía un año y luego mi hija nació en Hong Kong. Los dos se han quedado en España y no suelen visitarme mucho, pero mi hijo apareció hace dos meses con su novia española", comenta con una sonrisa.

El varón tiene 30 años y trabaja para una empresa de tratamiento de aguas, mientras la chica ha terminado la universidad y estudia las oposiciones para ser profesora en Valencia, donde ambos -que no hablan casi una palabra de vietnamita- han vivido toda su vida.

Huang también hace negocio importando vino de España, y cada vez que viaja a su segunda patria regresa a Vietnam cargado de aceitunas, chorizo y jamón serrano, que sirve como tapas a los clientes del restaurante.

El menú del "Español" también ofrece platos tan castizos como conejo al ajillo, ensalada campera, anguila con patatas al más típico estilo valenciano, o estofado de rabo de buey a la cordobesa, entre otros suculentos manjares.

Las paredes del restaurante están decoradas con cuadros de escenas costumbristas y corridas de toros e imitaciones de obras cubistas de Pablo Picasso, pintados curiosamente por un artista vietnamita amigo del dueño.

Huang asegura que ama tanto a España que no sólo se integró en la sociedad por la cocina sino también a través del fútbol.

Se confiesa seguidor del Real Madrid y ha acudido en varias ocasiones al Santiago Bernabéu y también a Mestalla, el estadio del principal equipo de la ciudad donde aprendió a hacer paellas.