Cuando tengo un rato para mí en casa, me sumerjo un rato en la historia de la cocina; es entretenido, lo recomiendo. A buen seguro que de las referencias del medievo se podrían entresacar escenas muy similares a las que plasman algunas películas de la época, con tremendos banquetes de "anda y no te menees".

Tal como registra la Historia, nuestra memoria también puede "estratificar" todo tipo de sensaciones respecto a los lances culinarios que se nos presentan: no es lo mismo la comidita de casa que la del guachinche, como tampoco una de trabajo se puede comparar con las generalmente soporíferas de las bodas -en el plano culinario, matizo-.

Pero, si hay situación especialmente agradable es que unos amigos te "rapten" sin que esté planeado, espontáneamente, y que te veas tapeando con una cerveza bien fría como excusa.

Me pasó hace escasos días en la tasca El Sifón. La cerveza en cuestión, una Inedit -Estrella Damm-, la botella en formato a modo de champán y contenido ligero y de trago largo.

Los bocados, del versátil Dimitris Katrivesis, que, con esta cerveza turbia de carácter muy natural, reúne varias tapas en un menú para dos personas, que propone a 20 euros.

Se presupone el buen "feeling" entre amigos y la cocina del chef griego allana camino hacia el rato feliz. Primero, con un pan gallego con una especie de "almogrote griego" (tipitih) y tomate seco -yo lo probé a modo de focaccia.

Puede caer otra cerveza o cambiar de registro al vino, y llegan entonces unas sardinas con jugo de carne (a mí me tocó la receta del tomate con chipirón, puerro y beicon glaseado al horno con una crema de almejas y berberechos). (Buscar en www.eldia.es, 12 agosto 2009).

Este plato dejó una persistencia estupenda y faltó pan para dar cuenta del fondo de berberechos y almejas.

El cambio de tercio venía con la ensalada El Sifón, con un toque muy interesante de unas frambuesas liofilizadas, el contraste del parmesano y un matiz curioso de las semillas de cáñamo. Para qué decir, el entrecot con una salsa barbacoa, acompañada de pan con un aliño de aceite, limón y orégano.

El postre me dejó perplejo -en positivo-: un brownie de chocolate blanco (casi con texturas y recuerdos a mazapán) con helado de menta, yogur griego, higos y miel. Esta última, un ensayo con trufa que vamos si sorprende.

Dimitris comenta: "Es como si vinieran a comer a casa". A fe que lo consigue. (C. Santiago Cuadrado, nº 28, Santa Cruz; reservas, 922 28 30 09).