n el reportaje se ha querido introducir al lector en la atmósfera de una cata vertical, claro que única por sus características de ámbito profesional. Pero, desde estas líneas, se anima a que en alguna ocasión, aprovechando cualquier cena entre amigos o familiares, se hagan con varias añadas y compartan un rato distendido probando, con cierta concentración, el contenido de cada botella. No hace falta ser demasiado entendido sobre vinos y resulta estimulante intercambiar opiniones a qué o cómo "huele" cada uno. Luego, cada "catador" podrá brindar con el que más le ha agradado. Y no hará falta gastarse ninguna fortuna.