El Banco Santander se ha adjudicado hoy el Banco Popular por un simbólico euro, en la primera resolución ordenada (antigua liquidación) decidida por las autoridades europeas, que el martes constataron que la entidad ya no podía continuar funcionando de manera independiente tras casi 100 años de andadura.

La operación, firmada esta mañana, no supondrá coste alguno para el contribuyente, pues no requerirá de ayudas públicas, ya que serán los accionistas y bonistas los que asumirán las pérdidas, una vez amortizados a valor cero los títulos y la deuda del Popular.

Para realizar esta operación, el Santander hará una ampliación de capital por 7.000 millones de euros en el plazo de un mes.

Según ha explicado hoy en rueda de prensa la presidenta del Banco Santander, Ana Botín, la compra del Popular dará "certidumbre y estabilidad" al sector financiero español, que ya era "muy solvente" antes, y será buena "para España, para Europa y para el crecimiento de la economía española.

Vestida de rojo y magenta, los colores del Santander y del Popular, respectivamente, Botín ha negado haber recibido presiones de ningún tipo para intervenir en el proceso y ha transmitido un mensaje de "absoluta tranquilidad" para los empleados del Popular y para los clientes.

Sin embargo, quiso aclarar que el proceso de integración será largo y anunció que para pilotarlo el Santander ha nombrado a un consejo de administración de cinco miembros comandado por el director financiero del Grupo, José García Cantera, que ya fue "número dos" de Ana Botín cuando ésta presidía Banesto.

Esto significa, aunque no lo mencionó en ningún momento, la destitución del hasta ahora presidente del Popular, Emilio Saracho, que llevaba apenas cuatro meses en su puesto, así como de todo su equipo, además del consejo de administración del Popular.

Saracho se va del banco sin haber podido cumplir los objetivos de futuro que se había marcado, que pasaban por una nueva ampliación de capital o por buscar un comprador que ofreciera un precio justo por el banco.

De esta forma, y después de varias semanas agónicas, el veredicto ha sido resolución y el precio, un euro.

Pese al "gran atractivo" del Popular, Botín explicó que el Santander no presentó ninguna oferta por él hace una semana, cuando se inició el proceso de compra, puesto que entonces la operación no le pareció positiva para sus accionistas (los del Santander), pues les habría costado dinero.

De esta manera, el banco acometerá en un mes la segunda macroampliación de capital de la era de Ana Botín, y dotará provisiones por 7.900 millones, de los que 7.200 se destinarán a cubrir los activos inmobiliarios.

Ahora, los grandes perdedores son los 300.000 accionistas del Popular, que ya lo habían perdido casi todo en los últimos meses y que en pocas semanas han visto cómo su inversión se hacía humo, mientras la entidad se hundía en bolsa cada día un poco más y era pasto de todo tipo de rumores y especulaciones, además de la presión de los bajistas.

Preguntada por si está previsto algún tipo de compensación para los accionistas, Botín ha dejado claro que se trata de una intervención, por lo que no se prevén medidas en este sentido.

Además de los accionistas, los tenedores de deuda del Popular también perderán el 100 % de su inversión, tanto los que hubieran comprado bonos contingentes convertibles como bonos subordinados, al contrario que los propietarios de deuda "senior", que seguirán cobrando sus cupones con normalidad.

Tampoco los titulares de cuentas y de depósitos del Popular sufrirán deterioro alguno, sea cual sea el importe de sus ahorros, ha explicado García Cantera.

Ahora, accionistas y bonistas del Popular, que lo han perdido todo, podrán acudir a los tribunales, una eventualidad que ya ha tenido en cuenta el Santander, que podría destinar parte de su ampliación de capital de 7.000 millones de euros a cubrirse contra estas posibles contingencias.

Con esta primera gran operación corporativa, que según su entorno le hacía "mucha ilusión", Ana Botín ha reforzado su apuesta por España con la adquisición de una entidad que siempre había admirado y después de hacer números para asegurarse de que no se le van a atragantar los más de 38.000 millones de euros en activos inmobiliarios tóxicos que tenía el Popular.