España es un destino turístico que por fortuna ha podido verse beneficiado (dicen no que no hay mal que por bien no venga) de la desviación del flujo turístico que han sufrido otros países históricamente competidores. Las predicciones difícilmente pueden ser más halagüeñas; en base a las previsiones del WTTC (Consejo Mundial de Viajes y Turismo), su actividad habrá crecido a final de este año un 3 %, y se espera que suceda casi lo mismo (estimaciones de 2,9 puntos porcentuales de incremento) durante el próximo 2017.

El estudio alcanza aguas más profundas, estableciendo para el período comprendido entre 2016 y 2020 una subida media del 2,7 %. Son aportaciones éstas que nos muestran la buena cara de que sigue gozando el turismo en nuestra nación.

Las cadenas hoteleras ya se frotan las manos al pensar en el factible suculento destino económico a corto plazo. Sin duda una práctica habitual de las mismas para controlar la gestión es recurrir a ayuda extra, aplicando software como es el caso del software hotelero de Ofi.

Este auge de la actividad turística debe verse catapultado por el número de visitantes que proceden de países orientales, como es el caso de China y la India.

Pero analizando este plano general, no acabarán aquí las buenas noticias.

Según Turespaña (instrumento que depende del Ministerio de Industria y Turismo), hasta el pasado junio ingresaron en España 50,8 millones de visitantes extranjeros, exactamente un 6,3 más que en idéntico período de 2015. Las previsiones que proporcionaba Exceltur no engañan. España recibirá unos 74 millones de turistas, cantidad que viene a significar un aumento de seis millones con el año pasado, además de verse su PIB (el vinculado a sus actividades) incrementado en algo más de cuatro puntos porcentuales (4,4 % con exactitud).

José Luis Zoreda, vicepresidente de Exceltur, atribuye este “boom” turístico que se está viviendo en gran parte a los tres atentados acaecidos en Turquía durante este año.

El 30 % de tal crecimiento se explica a partir del redireccionamiento de viajes que originariamente partían de países como Egipto, Túnez, o el propio país euroasiático turco.

El único “pero” de todo lo que venimos comentando, es que el gasto turístico por visitante se ha visto reducido (7,4 %).