La economía española ralentizó su crecimiento trimestral hasta el 0,8 % entre julio y septiembre, dos décimas menos que entre abril y junio, aunque la tasa anual avanzó el 3,4 %, el mayor ritmo desde que comenzó la crisis.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado hoy el indicador adelantado del producto interior bruto (PIB) del tercer trimestre del año, un dato que deberá confirmarse el próximo 26 de noviembre, momento en el que también se ofrecerán datos desagregados sobre los componentes de este crecimiento.

Por el momento se dispone del análisis del Banco de España, que ya adelantó un avance del 0,8 % trimestral, y del 3,4 % anual (el Gobierno confía en que el PIB crezca un 3,3 % en el conjunto del año).

Normalmente se presta más atención al crecimiento entre trimestres que al interanual porque ofrece una foto más precisa del momento en que se encuentra la economía.

Según el boletín de la entidad supervisora, publicado el 30 de septiembre, en el tercer trimestre la economía continuó apoyándose en la fortaleza de la demanda interna privada, aunque sus principales componentes, tales como el gasto de los hogares, tuvieron un avance menos intenso que entre abril y junio.

En cuanto al empleo, durante este trimestre estival habría atenuado su ritmo de expansión en mayor medida que la del PIB, lo que habría dado lugar a un pequeño repunte de la productividad.

También se interrumpió durante julio y agosto la trayectoria ascendente del indicador de confianza de los consumidores, ante las peores perspectivas de paro y la evolución económica general.

De hecho, el propio Banco de España señala en su boletín que hay riesgos en el ámbito interno derivados de la incertidumbre acerca del curso que tomarán las políticas económicas, tras las próximas elecciones generales y su posible incidencia sobre la evolución de la economía.

En un comentario publicado hoy, BBVA Research recalca que de confirmarse esta estimación del 0,8 % la evolución de la actividad entre julio y septiembre habría sido ligeramente mejor que lo que ellos apuntaban, y consistente con la previsión de crecimiento para el conjunto del año (3,2 %).

A falta de conocer los datos detallados, las estimaciones de BBVA Research señalan que, a pesar del menor dinamismo trimestral, la actividad habría vuelto a encontrar su soporte en la demanda doméstica, principalmente en la privada.

En contrapartida, la demanda externa neta habría drenado el crecimiento de forma marginal, ya que el previsible aumento de las exportaciones se habría visto compensado por el de las importaciones.

Según ha explicado a Efe el profesor de Economía de IESE Javier Díaz-Giménez, en estos momentos no es la marcha de la economía -que está siendo la previsible- lo que va a determinar el futuro, sino la política.

El resultado de las elecciones generales del 20 de diciembre y la posibilidad de que se revierta el ritmo de reformas generará una situación de "máxima volatilidad" al principio de la próxima legislatura, ha vaticinado.

A su juicio los retos de la economía continúan siendo la consolidación fiscal, la reforma de las administraciones -que aún no se ha acometido, ha advertido- y, sobre todo, la creación de empleo, ya que los actuales ritmos "no están garantizados ni mucho menos".

Por su parte, el profesor de Economía en el IE Business School y en la Universidad San Pablo CEU Rafael Pampillón, ha coincidido en que si la economía española "no se tuerce" seguirá creciendo a tasas intertrimestrales del 0,7 o el 0,8 % en los próximos trimestres.

Sobre el motivo de la desaceleración respecto a los primeros trimestres del año (0,9 % y 1 %, respectivamente) ha considerado que a principios del ejercicio se notaba el efecto de la reducción de impuestos, la depreciación del euro y la caída del petróleo.