El proyecto para crear una tasa a las transacciones en varios países europeos pierde fuerza y se encontró ayer con una gran oposición de los socios que no participarán en la iniciativa, que temen el impacto que tendrá sobre sus economías y critican la "falta de transparencia" del proceso. "Ya no somos once, sino diez", confirmó el ministro español de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, en referencia a la decisión de Eslovenia de descolgarse de la declaración de ayer del grupo "por cuestiones políticas". Los diez países restantes -España, Francia, Alemania, Bélgica, Austria, Portugal, Grecia, Eslovaquia, Italia y Estonia- presentaron ayer una declaración de compromiso en el que se establece "una aplicación progresiva del impuesto" que "se centrará primero en la tributación de las acciones y algunos derivados" a partir de 2016. Dejan no obstante la puerta abierta a que los países que lo quieran graven otros productos desde el principio. Sin embargo, el grupo fue duramente criticado por sus socios europeos, que les acusaron de "falta de transparencia" y exigieron que se analice en profundidad el impacto que la medida puede tener sobre sus economías. "El acuerdo era que los otros estados miembros deberían ser incluidos en las discusiones", recalcó el ministro británico, George Osborne, quien criticó las negociaciones "secretas".