CLARO que no descubro nada. Y sabemos que con el desarrollo económico del último siglo las cosas cambian a un ritmo vertiginoso, en ocasiones difícil de seguir. Lo vemos en nuestro entorno cotidiano. Los teléfonos ¿móviles? del tamaño de una tostadora que vemos en las películas de los 80 se han transformado en teléfonos inteligentes que no solo sirven para hablar, sino también para navegar por internet, consultar tu correo electrónico, ver la tele y otras prestaciones inimaginables hace apenas unos años.

Los cambios alcanzan otros ámbitos de la economía. En la cesta de bienes y servicios para calcular la evolución del IPC el precio de los CD deja paso al precio de las "tablets". También entra el precio de la depilación láser... De acuerdo que la sociedad y la economía cambian y avanzan. Pero ¿y los principios económicos fundamentales?

Tengo la oportunidad de conocer a profesionales y empresarios de éxito. En algunos casos no cuentan con formación superior o especializada en economía o empresa. Sí cuentan con una dilatada trayectoria en la trinchera del día a día, de la lucha por mantener y hacer crecer su proyecto empresarial. Creo que podemos estar de acuerdo en que esta es una poderosa escuela. Sin embargo, hemos de reconocer que, debido a esta permanente innovación, en las historias de éxito actuales siempre se presenta el componente de la formación especializada. No obstante, todos los anteriores muestran características comunes que a mi entender no han cambiado ni un ápice a lo largo de los tiempos. Sus exitosas trayectorias coinciden en su capacidad para gestionar el riesgo, en su manejo de principios económicos financieros esenciales y, de manera muy destacada, en su actitud.

Todos han entendido que sin asumir riesgos no hay recompensa. Entienden que fracasar en un proyecto, lejos de estigmatizarles como fracasados, constituye una importante enseñanza para aprender, corregir y mejorar en su próxima aventura.

En los países donde el número de empresarios es significativo este elemento es un hecho diferencial. Si preguntas a los universitarios norteamericanos qué quieren ser cuando dejen la facultad, sus respuestas están más cerca de Bill Gates, Steve Jobs o Mark Zuckerberg que de "sacar unas oposiciones".

No les basta con aplicar la simple receta de comprar barato y vender caro. El competitivo mundo actual les obliga a pensar, a mejorar e innovar en sus procesos, a optimizar sus recursos, a lograr una estructura financiera óptima. Les obliga a estar permanentemente alerta. Les exige investigar, prepararse y formarse para mejorar su adaptación a los cambios y sacar el máximo provecho de ellos. Se trata de mantener una buena posición competitiva.

Finalmente, y para mí el elemento más sugerente, muestran una equilibrada combinación entre intuición y ambición. Intuición para ser capaz de darse cuenta de las tendencias triunfadoras. Para ser capaz de anticiparse a las demandas y deseos de sus potenciales consumidores. Intuición de adelantarse a otros competidores. Y esa ambición positiva, necesaria, orientada a evolucionar. La ambición que clarifica la mente y te da el combustible necesario para perseverar.

Si recuperamos y fomentamos este espíritu estaremos sentando las bases de la prosperidad.

de inversión

fconcepcion_eafi@economistas.org