Los alarmantes datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) evidencian la precaria situación que atraviesa Canarias. Sin embargo, más allá de la fría estadística, detrás de cada dígito se esconde una historia personal que certifica una realidad que cada día cobra tintes más dramáticos.

Basta con acudir un día cualquiera a alguna de las oficinas de empleo de las Islas para comprobarlo. Así, aunque en los últimos años muchos de los trámites se pueden realizar por vía telefónica (a través del 012) o por internet, la gente prefiere el "cara a cara", ya que les ofrece una mayor seguridad y porque valoran el trato "más humanizado", señala la directora de una de ellas.

De hecho, al menos una veintena de personas hacen cola a diario a las puertas de estas dependencias antes de que abran, a las 8:30 de la mañana, a pesar de que el horario de atención al público se prolonga hasta las 13:30 horas.

Incluso, según fuentes del Servicio Canario de Empleo (SCE), sobre todo en los municipios más pequeños del Archipiélago, hay quienes están esperando desde las 7:00 horas para ser los primeros en entrar. "Generalmente, los que más madrugan son los mayores de 45 ó 50 años", subraya uno de los vigilantes de seguridad privada, que resalta que, "por contra, los más jóvenes comienzan a venir a partir de las 10:00 o 10.30 horas".

Sellar la cartilla.- Asimismo, agrega que "sellar la cartilla o darse de alta como demandante de empleo son los trámites que más se realizan en estas dependencias, aunque, a tenor de las circunstancias, progresivamente ha ido ganando peso la tramitación de la ayuda familiar y todo tipo de subsidios para aquellos que han agotado el tiempo máximo de la prestación".

Justo, de 38 años, es uno de los solicitantes de la ayuda del Plan Prepara que confía en empezar a cobrar el próximo 1 de febrero, que había pedido desde principios de diciembre. Al respecto, apunta que, al menos con este dinero, podrá salir adelante los próximos seis meses ya que, en estos momentos, en su casa solo entran los 346 euros de una pensión no contributiva de su mujer, Elena, con la que se ven obligados a mantener a tres hijos, uno de los cuales posee una minusvalía del 67%.

Este joven cabeza de familia destaca que lleva parado desde 2008 y desde entonces solo ha conseguido algunos "apaños", a pesar de que ha dejado currículum en multitud de empresas de la Isla e inclusos en diversas páginas web.

Comenta que desde que salió del cuartel comenzó a trabajar en puestos muy dispares como el de reponedor, carretillero, conductor y albañil, que fue su última ocupación.

Así, lleva más de tres años y medio a la espera de reincorporarse al mercado laboral, pero cada vez lo ve más difícil, a tenor del panorama económico que presentan a diario los medios de comunicación.

"Como no tengo otra cosa que hacer me los empapo todo el día", asevera. Para demostrar su grado de conocimiento ironiza diciendo que "al menos ahora la prima de riesgo ha bajado hasta poco más de los 300 puntos desde los más de 500 en los que llegó a estar".

Ayoze, de 32 años, cuyo último empleo fue como operario de limpieza, acudió estos días a una oficina del SCE para ver si tiene derecho a alguna ayuda, ya que no trabaja desde hace más de dos años y medio y "la cuenta del banco está a cero", sentencia.

"Oferta mínima".- A su juicio, estas instalaciones "han perdido su misión original de buscarte un empleo y se han convertido exclusivamente en un sitio para pedir ayudas". Del mismo modo, critica que "la oferta de cursos es mínima y es muy difícil acceder a ellos". No en vano, argumenta que "en este tiempo solo me avisaron para uno en el que te enseñaban a hacer un currículum".

También él tiene tres hijos, entre los 15 y los dos años de edad, y convive con su mujer y su cuñado. "Afortunadamente, ellos trabajan como teleoperadora y mecánico, porque si no sería imposible".

La historia de Ricardo, de 39 años, es otra de las que esconden las cifras del paro. Este cubano, de padre palmero, llegó a Tenerife hace diez años y, aunque es titulado en Bellas Artes, ejerció como albañil hasta 2009, año en que perdió el trabajo. Desde esa fecha, ha intentado por todos los medios volver a trabajar, pero no le ha surgido ningún contrato. No obstante, según enfatiza, su esposa, que es maestra de Educación Especial, ha tenido "más suerte", puesto que que es empleada del hogar. Gracias a su sueldo y a los subsidios sociales, se mantiene este matrimonio, una niña de tres años y la madre de él.