El 1 de enero de 2002, después de más de 130 años de fidelidad a la peseta, España y once países más, "euroconversor" en mano, se entregaron a la divisa única con auténtica pasión (entonces el 70% de los españoles bendecía el euro, hoy solo el 28%). El euro entró en circulación a un precio de 0,8892 dólares, tres años después de su lanzamiento en enero de 1999 como moneda virtual, logrando alcanzar esa jornada un máximo de 0,9066 dólares y cerrar la sesión en 0,932 dólares, con una revalorización intradía del 4,8%.

Desde su máximo histórico, en julio de 2008, pocos meses antes de que estallara el escándalo de Lehman Brothers, la moneda única ha ido perdiendo terreno respecto al dólar. Inició 2012 con un cambio de 1,2939. Con todo, a pesar de la crisis financiera y económica que vive la eurozona, son más lo que piensan que no existe futuro europeo sin la moneda comunitaria, que ya utilizan 17 países y más de 332 millones de personas.

De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística, el Índice de Precios de Consumo (IPC) subió entre el 1 de enero de 2002 y el 30 de noviembre de 2011 (último dato oficial publicado) un 31,6%. Solo en 2002, el IPC se incrementó un 4%, el doble del valor recomendado por el Banco Central Europeo. Y entre 2002 y 2004, la inflación creció un 10,2%.

Hoy los ciudadanos identifican el euro con inflación, a golpe de informes de organizaciones de consumidores, entre ellas la OCU, que el pasado 27 de diciembre reveló, apoyándose en datos del propio INE, que mientras los salarios han subido un 14% en la primera década del euro, los precios en general se han disparado: la alimentación subió un 48%, la vivienda, un 66%, y el transporte entre un 45% y un 58%.

Llama la atención la OCU sobre la evolución que han tenido productos básicos como el pan, que se ha encarecido un 85%, los huevos (+114%), la leche (+48%), el arroz (+45%), el aceite (+33%) y las papas (+116%).

Ahora bien, hace pocos días, el nuevo ministro de Economía, Luis de Guindos, manifestó que, "independientemente del impacto que la llegada del euro tuvo en los precios", de no haber sido por la moneda única "a casi nadie le cabe duda de que España estaría en una situación mucho peor". Lo cierto es que los españoles aún conservan en su poder un total de 1.707 millones de euros en pesetas sin canjear, según informó ayer el Banco de España.

Es incuestionable que, en este momento, el euro sigue pagando el precio de los rescates de tres de sus socios (Grecia, Irlanda y Portugal), la desconfianza sobre la deuda soberana de la práctica totalidad de los países miembros, con la excepción de Alemania y algún país nórdico, y las malas perspectivas de crecimiento para el presente ejercicio. Aunque la economía estadounidense no atraviesa su mejor momento, al dólar le ha bastado su condición de moneda refugio para salvar el tipo en 2011.

Entre tanto, la Unión Europea (UE) afronta 2012 con muchos de sus miembros al borde de la recesión y pocas perspectivas de recuperar la confianza de los mercados en su deuda soberana, lo que obligará a nuevos ajustes y a ceñirse a la senda de la austeridad, que a su vez mantendrá el estancamiento del empleo. Estos esfuerzos quedarán consagrados en un pacto fiscal sobre el que los Veintisiete trabajarán desde la primera semana de enero con la intención de tenerlo listo en marzo.

Los líderes europeos mantendrán una nueva reunión extraordinaria el próximo 30 de enero para concretar los términos del pacto fiscal, en el que de momento participarán todos los estados miembros menos el Reino Unido, y estudiar posibles vías de crecimiento y fomento del empleo en vista de que las previsiones para 2012 son muy poco halagüeñas.

El principal problema es que la necesidad de ajuste coincide con un momento de débil crecimiento de la economía europea. Las últimas previsiones económicas de la Comisión Europea auguran un crecimiento prácticamente nulo en la primera mitad de 2012 y un modesto repunte entre junio y diciembre. Según los cálculos de Bruselas, el PIB de la eurozona avanzará el próximo año un 0,5% y el de la UE, un 0,6%, y prácticamente ninguna economía comunitaria escapará a los efectos de la crisis, incluidas Alemania (0,8%) y Francia (0,6%).

En el caso de España, el crecimiento se limitará en los dos primeros trimestres del año al 0,1% y al 0,2%, respectivamente, y sólo empezará a recuperarse en la segunda mitad (0,3% en el tercer trimestre y 0,4% en el cuarto), por lo que el riesgo de entrada en recesión es inminente. Las noticias tampoco son buenas para el empleo. La creación de puestos de trabajo se va a estancar en 2012, cuando la tasa de parados se mantendrá en el 10% en la eurozona; en el 9,8%, en la UE, y en el 20,9% en España.

Los Veintisiete acordaron a principios de diciembre adelantar el fondo permanente de rescate a julio y combinarlo durante un año con el fondo temporal, ante las dificultades para reforzar su capacidad de intervención mediante la aportación de países terceros. También apoyaron aumentar los recursos del FMI en 200.000 millones para que pueda socorrer a miembros del euro en dificultades. Los ministros de Economía de la eurozona pactaron, poco después, conceder a través de préstamos bilaterales hasta 150.000 millones, por lo que aún faltan otros 50.000 que deberían proceder de los nueve países comunitarios no miembros del euro.

Para el Deustche Bank la solución a la crisis pasa por una "redefinición de los límites de la unión monetaria" para que solo formen parte de ella los países que realmente satisfagan ciertos criterios, y afirma que esto requeriría un "ajuste irreversible en los países en dificultades financieras y una mejora de la estructura de gobernanza económica", según indica en sus perspectivas económicas de diciembre.

Así las cosas, Dinamarca inició el pasado domingo su semestre de presidencia rotatoria de la Unión, que estará marcado por los esfuerzos para superar la crisis del euro.

Con el ritmo marcado por el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, pero también por Alemania y Francia, Dinamarca, que es junto con el Reino Unido el único país de la UE con una exención de entrada en el euro, no tiene el peso necesario para protagonizar las discusiones e influir de forma decisiva en su desarrollo, subrayan los expertos. Sin embargo, y tal como ya explicó el ministro danés de Asuntos Europeos, Nikolai Wammen, la presidencia danesa apoyará a Van Rompuy "en todo lo que sea posible" durante este proceso.