Técnicamente, Alberto Santos Gutiérrez es un tinerfeño de altos vuelos, y es que muy pocos tienen el privilegio de pasar la mayor parte del día a miles de pies de altura contemplando el mapa mundi como si fueran los trazos de tiza en la pizarra de la lección de geografía. No obstante, para ser merecedor de este premio ha tenido que pasar por una costosa fase de formación y emprender un largo periplo profesional fuera de las Islas. Aún así, en el balance contable de esta experiencia quedan muchas más cosas en la columna del haber que en la del debe.

Alberto Santos Gutiérrez inició sus estudios de piloto comercial, aunque no fue hasta el año 2007, precisa, en que una compañía aérea lo fichó para ponerse a los mandos de un gran reactor. Entre tanto, trabajó desde camarero en Brighton (Inglaterra) hasta auxiliar de cabina en Air Europa para seguir en contacto con la aviación, ya que era a lo que siempre se quiso dedicar desde pequeño.

Santos subraya que "el principal obstáculo que se encuentra un piloto recién salido de la escuela es la gran tasa de paro que hay y la imposibilidad de ganar experiencia volando". En esta línea, recalca que "en España hay unas 3.000 licencias de piloto que no están ejerciendo, lo que es un gran drama teniendo en cuenta lo caro que es el curso".

Por eso, considera que "lo ideal sería una estructura como la de Estados Unidos, en la que una vez sales de la escuela empiezas a trabajar como instructor o en aerotaxis, lo que te va dando la experiencia para ir ascendiendo poco a poco a aviones turbohélices y jets regionales. Luego, el paso a una aerolínea tradicional es cuestión de tiempo", asevera.

Este joven de 28 años comenta que fue tras realizar un curso de habilitación de Airbus A320 cuando se incorporó a Air Malta, con la que estuvo volando dos años. "Mi primer vuelo fue al aeropuerto Charles de Gaulle, en París, uno de los mejores del mundo. Fue una experiencia inolvidable y días mas tarde fui al de Heathrow (Londres), el tercero con más tráfico aéreo". También, recuerda que con Air Malta aterrizó por primera vez en Tenerife Sur, "un vuelo que para mí fue muy especial".

En 2009, pasó a formar parte de la plantilla de Qatar Airways, y estuvo residiendo en Doha, un lugar muy exótico, pero con unas condiciones de vida muy difíciles. "Las rutas que cubría allí eran muy curiosas. Teníamos muchos vuelos cortos entre Oriente Medio y otros más largos a la India, Tanzania, Maldivas, Sri Lanka o Nairobi", comenta. Sin embargo, la programación, que le obligaba a hacer muchos trayectos nocturnos, unido la dureza del clima, con 45 grados seis meses al año, y el contraste cultural con occidente motivaron su regreso. De este modo, hace unos meses se enrolóen EasyJet, con base en Stansted (Londres).

"Perdí un poco de sueldo y ciertos lujos, pero en su lugar encontré más relax. Aparte de esto, ahora mismo ésta es la única compañía que me puede dar un trabajo en Madrid y mi objetivo es acabar en España", apunta. Incluso, señala que le encantaría trabajar en una compañía regional de las Islas "porque Canarias es un paraíso para vivir y, además, mis padres y hermanos, que tanto me han ayudado a cumplir mi sueño, están aquí". Para ello, no le importaría dejar de disfrutar la imagen de los Alpes nevados, que califica de fascinante, o las aproximaciones a las Maldivas con sus miles de islas y sus aguas color turquesa, que le ha regalado su aventura internacional.

De su anecdotario particular, destaca su primer vuelo con Qatar Airways. "De repente, el comandante, que era qatarí, me dio los controles en mitad del crucero, se puso a buscar en un armarito que teníamos en cabina y sacó una alfombra. La extendió en el suelo, buscó la orientación a la Meca con nuestras computadoras de a bordo, se descalzó y se puso a rezar 10 minutos en la cabina. Fue un gran impacto, aunque luego te acostumbras". En cuanto a su mayor incidente, se limita a la colisión con una pareja de cigüeñas a 2.000 pies de altura, con fatales consecuencias solo para ellas.

No obstante, que no se disparen las alarmas, "los pilotos canarios están muy bien considerados en el extranjero. Nos tienen por gente muy alegre, positiva y amable, cualidades que ayudan a compartir una cabina", enfatiza.

"He conocido a muchos pilotos de las Islas. De hecho, sorprende la gran cantidad que hay y la mayoría son excelentes. Incluso uno de mis comandantes en EasyJet asegura que en su etapa de instructor en Estados Unidos los mejores alumnos eran un chico de Fuerteventura y otro de Tenerife", apostilla.