El secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, señaló hoy que los indicadores de bienestar lanzados hoy por la organización permitirán conocer las preferencias de la gente para presionar a que se dé "una mejor atribución de recursos", lo que vendrá a "reforzar el nivel de legitimidad de los gobiernos".

"Esto es de enorme importancia para la calidad del gobierno", subrayó Gurría a la prensa durante la presentación del informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sobre indicadores de bienestar.

El objetivo -contó- es que los ciudadanos con ese instrumento puedan "hacer un índice individual" de lo que consideran que es para ellos el bienestar y, teniendo en cuenta las clasificaciones de los países en unos y otros indicadores, afinar sus demandas de políticas públicas.

Gurría no quiso pronunciarse al ser preguntado sobre a qué dimensiones del bienestar habría que otorgar un peso relativo superior al que se ha dado hasta ahora a la vista de la actual crisis económica y sus consecuencias, e insistió en remitir a que cada persona tiene una percepción diferente.

En cualquier caso, hizo hincapié en que en la OCDE "nunca hemos sido unidimensionales" en las recomendaciones que lanzan a los Estados miembros, y para ilustrarlo aludió a los diferentes trabajos que han realizado sobre el empleo, la educación, la gobernanza o el medio ambiente.

El informe sobre la medición del bienestar lanzado hoy incluye once dimensiones, como la vivienda, el trabajo, la salud, los ingresos y riqueza o las relaciones sociales con dos indicadores cada una que permiten para todas ver las clasificaciones de los 34 Estados de la organización y para algunas también otros países emergentes como Brasil, China o India.

El premio Nobel de Economía Josept Stiglitz, que dirige la comisión que lleva su nombre sobre la medición de la mejora económica y el progreso social, señaló la importancia de no ceñirse al Producto Interior Bruto (PIB), cuyas limitaciones para evaluar el bienestar se han puesto todavía más en evidencia con la crisis.

A ese respecto, Stiglitz recordó -refiriéndose esencialmente a su país, Estados Unidos- que antes de la crisis el crecimiento del negocio bancario se sustentaba en el crédito, pero como se ha visto ése no era un modelo sostenible, de la misma forma que los beneficios del sector financiero estaban inflados por la burbuja inmobiliaria.

Igualmente indicó que el PIB por habitante no daba cuenta de que muchos estadounidenses antes incluso del estallido del sistema financiero estaban en una situación peor que dos décadas antes, o de que tanto o más importante que conseguir un incremento del PIB es ofrecer un empleo estable.

Porque -recordó- en Estados Unidos hay 25 millones de personas que en contra de su voluntad no tienen un empleo a tiempo completo, o en España el paro juvenil afecta al 45 % de los jóvenes.

El Nobel de Economía de 2001 subrayó igualmente el carácter contradictorio del PIB en términos de bienestar en la medida en que incorpora el valor de producciones que causan daño medioambiental o que por el riesgo medioambiental que entrañan pueden comprometer el progreso económico futuro.

Dijo que una de las cuestiones en que hay que seguir trabajando es la evaluación de las desigualdades y el empobrecimiento, que son "multidimensionales" y consideró que lo realizado por la comisión que ha dirigido o por instituciones como la OCDE "no es sólo un trabajo de medida sino de hacia dónde van nuestras sociedades".