MUCHO se ha escrito ya sobre la recuperación del Impuesto sobre el Patrimonio. Y mucho me temo que tendremos fiesta para rato. Empezamos ahora a deshojar la margarita autonómica: lo aplico, no lo aplico, lo aplico, no lo aplico. Y a mitad de camino el 20-N y el más que previsible cambio de Gobierno central. Y otra margarita: lo derogo, no lo derogo, lo derogo, no lo derogo. Y las comunidades autónomas, sin un duro (¿los recuerdan? Pues cuidado que a lo mejor vuelven). Y aquí todo el mundo más asustado que un funcionario griego.

Impuesto para ricos, para unos; para ahorradores, para otros, y para pocos diputados, a la vista de sus cuentas. Menos mal que cada vez habrá menos gente con dinero, heredado o ahorrado, qué más da. Una cosa menos en que pensar.

Pero en Canarias, como decía el anuncio, para los altos, para los bajos, para los gordos, para los flacos…, impuesto para todos. Y esto no es broma, a menos, claro está, que el Parlamento de Canarias lo arregle antes del 31 de diciembre. Nada se ha dicho todavía sobre el particular, pero en Canarias el mínimo general exento de tributación en el Impuesto sobre el Patrimonio se fijó para los periodos impositivos iniciados a partir del 1 de enero de 2007 en 120.000 euros (400.000 para personas con una discapacidad superior al 65%), por lo que, de momento, no resulta aplicable el mínimo exento de 700.000 euros establecido por el Consejo de Ministros la semana pasada. En efecto, la redacción de la norma no deja lugar a dudas, ya que establece que el mínimo exento fijado en la nueva redacción del artículo 28 de la Ley 19/1991, que regula el impuesto, solo opera en defecto de regulación autonómica.

Así que o nuestros políticos se espabilan, o podemos encontrarnos con que un pudiente extranjero con diversas propiedades en nuestro archipiélago no pague el Impuesto sobre el Patrimonio (al no ser residente en Canarias se le aplicaría la normativa nacional), mientras que los canarios que hayamos ahorrado unas pocas "perritas" vemos cómo nos quitan la mitad entre unos y otros. Y eso sí que sería una broma pesada.