A LA ESPERA de que en otoño, más concretamente en octubre, según el comisario Ciolos, salgan a la luz las propuestas legislativas de la reforma de la PAC, el curso se despide con una importante actividad en los foros comunitarios.

Por una parte, la presentación de las propuestas de perspectivas financieras de cara al periodo 2014-2020, que van a centrar los debates en los próximos meses y que van a tener una repercusión directa en nuestra agricultura, tal y como ya reconocieron los comisarios responsables de Presupuestos y de Agricultura en las diversas comparecencias que han tenido lugar los últimos días, especialmente en el Parlamento Europeo.

En estas comparecencias ya se han vislumbrado algunas líneas maestras de la propuesta de la Comisión para la PAC, como son la "ecologización" de un 30% de los pagos directos, la aplicación de un tope para los mismos o el establecimiento de un mecanismo de "reequilibrio" entre Estados miembros, en beneficio de aquellos cuyas medidas nacionales sean inferiores al 90% de la media comunitaria.

A pesar de defender una aparente neutralidad financiera, lo cierto es que el capítulo agrícola es el más afectado, con una reducción que los más optimistas sitúan en el 11% en el periodo 2012-2020, de manera que en 2020 los gastos de la única política verdaderamente común de la UE apenas alcanzarán un 33% del total. Es un buen momento para que los críticos con la PAC, que apenas significa el 0,45% del PIB de la UE, actualicen sus datos.

En nuestra opinión, esta reducción real de la ficha financiera destinada al sector agrario, contraria por cierto a la Resolución del Parlamento Europeo, que apuesta por el mantenimiento real del presupuesto agrario para el próximo marco presupuestario, no aporta garantías suficientes para abortar los retos que la sociedad del siglo XXI exige.

Las últimas crisis, la volatilidad de los mercados agroalimentarios, las revueltas en importantes regiones del planeta y el drama del hambre, que asola a más de mil millones de personas en el mundo, son algunos de los temas que se han incorporado a las agendas internacionales, especialmente en el G-20.

Estos temas han sido recordados por el presidente de turno del G-20, Nicolás Sarkozy, que, ante representantes agrarios de más de ciento veinte organizaciones de todos los continentes, nos reunimos en París para, en vísperas de la reunión de ministros de Agricultura del G-20, hacer nuestras aportaciones.

Europa tiene mucho que decir no solo como mercado con más de quinientos millones de consumidores, sino también como potencia comercial, como principal donante en materia de cooperación y desarrollo, como líder en la lucha contra el cambio climático y también como productor agrario de productos alimentarios de máxima calidad, producción según los más elevados estándares de producción, seguridad, respeto medioambiental y bienestar animal.

Para poder mirar de frente a estos retos, la agricultura europea necesita un presupuesto también ambicioso. Quedan meses de negociaciones. Queda trabajo por delante de concienciación para lograr una mejora sustancial en las propuestas financieras y en una reforma de la PAC que dé estabilidad, seguridad y competitividad a nuestras exportaciones.

Canarias, en estos tiempos de recortes presupuestarios, no puede perder ni un euro para su agricultura. Por ello, es vital defender nuestro carácter de región ultraperiférica para mantener las ayudas. De lo contrario, la agricultura canaria no tendrá viabilidad en el futuro.

¡Ojo! Se nos abren muchos frentes: Marruecos, Mercosur, acuerdos con Egipto, etc.