El Clúster Empresarial de las Energías Renovables, el Medio Ambiente y los Recursos Hídricos de Canarias (Ricam) tiene, además de los objetivos que se le presuponen a una agrupación de estas características -como facilitar la participación de pequeños agentes en grandes proyectos de innovación-, la meta de convencer a los políticos de que retiren los obstáculos legislativos y administrativos que hoy por hoy siguen frenando la producción renovable de energía. "Hace falta concienciación porque las mayores dificultades del sector se deben a que está muy regulado", corrobora al respecto su presidente, Julián Monedero.

Las trabas burocráticas derivan -expone- en "situaciones absurdas, como que un ayuntamiento prohiba la ejecución de un proyecto sencillo de energía solar fotovoltaica sobre la cubierta de un edificio por considerarlo actividad industrial. Además, una iniciativa de cinco kilovatios (kW), que es la potencia eléctrica que tiene contratada un hogar, lleva trámites de dos años, con avales y permisos de cuatro administraciones". Son cortapisas a la hora de producir energía que ni se plantean para el consumo y que son "en muchos casos, herencia de un sistema energético caduco, que ya no tiene ningún sentido en el marco actual", remarca Monedero, físico y profesor asociado de la Universidad de La Laguna.

Este freno a las renovables se comprende aún menos si se tiene en cuenta que, a diferencia de lo que ocurre en la Península, en Canarias es más caro generar energía de forma convencional que a partir de renovables. El titular de Ricam argumenta que "aquí, la producción en régimen ordinario está primada. El Gobierno central paga el exceso del coste de generación, lo que en realidad es una subvención que, según la Comisión Nacional de la Energía, llega a 1.000 millones de euros al año. Es una barbaridad, casi una sexta parte del presupuesto de la Comunidad Autónoma".

Ese dinero podría, en cambio, respaldar multitud de proyectos que "democratizarían" la producción de electricidad y diversificarían la economía del Archipiélago al tiempo que ahorrarían costes al sistema. Ricam apuesta, en esa línea, por el "net metering" (medición neta). "Es una cuestión de futuro que creemos que va a provocar una revolución a nivel energético en Canarias", apunta Monedero. Mediante este proceso, cualquier particular o empresa puede generar su propia energía y/o evacuar a la red. "Se factura -añade- a la compañía eléctrica por la diferencia de lo que uno consume y lo que vierte, algo que, a fecha de hoy, está prohibido en España" pero que ya se permite en países como Estados Unidos, Canadá, Australia y, en Europa, en Italia y Dinamarca.

Generación "distribuida"

Es un camino para que las fuentes renovables de energía se extiendan más en las Islas, aunque con lo ya existente podría alcanzarse el objetivo de que tuvieran una cuota del 30% en el "mix" que marca el Plan Energético de Canarias (Pecan) para 2015. Ello a pesar del retraso en la implantación de la energía eólica. En este campo, Ricam apuesta por que no se convoque un nuevo concurso de concesión, después del "fracaso" del primero, y por que se dé prioridad a la "minieólica", con instalaciones particulares asociadas al consumo, en consonancia con la idea de medición neta y con el desarrollo que ha tenido la fotovoltaica. "Permitiría que pequeñas empresas den servicio, mientras que los grandes parques están casi reservados a multinacionales".

Además, esta generación "distribuida" evitaría sobrecargas de la red y reduciría las pérdidas por transporte. Según Monedero, si se "flexibilizara" el régimen ordinario de producción, se apuntalaría la calidad del suministro, del que las fuentes renovables podrían aportar entre el 70 y el 80% sin que aumentaran sus costes. Y se abriría un nuevo nicho, destaca, de creación de empleo.