La deuda soberana de Portugal volvió a cotizar hoy en máximos históricos pese a su solicitud de ayuda financiera hace una semana y alcanzó un interés del 10,3 por ciento a cinco años y del 8,7 por ciento a diez años.

Desde que la presión sobre las obligaciones lusas aflojara ligeramente el miércoles pasado -cuando ya se especulaba con que la solicitud de rescate era inminente-, los mercados no han vuelto a dar tregua a Portugal, lo que ha disparado el diferencial con los bonos alemanes a cinco años, superior a 760 puntos base, y a diez años, que alcanzó los 537 puntos base.

La solicitud de ayuda externa era vista por la mayoría de analistas como la única solución para frenar la imparable escalada de los intereses que penalizan la deuda lusa desde hace seis meses, alivio que, sin embargo, no se ha producido hasta el momento.

Mientras la presión sobre el país luso sube, un equipo técnico de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, compuesto por cerca de una veintena de personas, analiza estos días en Lisboa sus cuentas públicas para evaluar las necesidades de financiación de Portugal, estimadas en 80.000 millones de euros para los próximos tres años.

Ayer mismo, las reuniones mantenidas por el Gobierno y todos los partidos de la oposición evidenciaron las diferencias que todavía mantienen unos y otros a la hora de acordar cómo negociar el paquete de reformas que exige Bruselas y el FMI a cambio de ese préstamo.

El líder de la oposición, el liberal Pedro Passos Coelho, hizo además públicas sus dudas sobre la fiabilidad de las cifras oficiales dadas a conocer hasta ahora por el Ejecutivo, al que exigió que deje de esconder "esqueletos en el armario".

A su vez, otros partidos volvieron a pedir que la negociación del rescate se centre ahora sólo en lo más urgente y deje para después de las elecciones del próximo 5 de junio el debate sobre los ajustes de calado para que sean discutidos por el nuevo Gobierno elegido en las urnas.

Esta posibilidad, sin embargo, fue rechazada explícitamente por el presidente de la Comisión Europea, el también portugués José Manuel Durao Barroso, quien insistió en la necesidad de que los partidos lusos actúen con "sentido de Estado" y lleguen a un acuerdo sobre la negociación de la ayuda externa para que su compromiso vaya más allá de los comicios de junio.