LA EXPANSIÓN económica de China hace tiempo que ya es patente en Canarias. En plena crisis, con calles llenas de carteles de "se vende" o "se alquila", la comunidad empresarial china está ocupando el espacio que otros han dejado en negocios relacionados con el comercio y la restauración. Pero no es un fenómeno que se produzca solamente en la zona metropolitana de Santa Cruz y de La Laguna. Poco a poco los chinos están ocupando zonas comerciales bien situadas en otros municipios de Tenerife y adquiriendo naves en polígonos industriales. El fenómeno es generalizado también en otros puntos de Canarias y de España.

En el caso de los negocios dedicados a la venta minorista, por todos es sabido que la procedencia de la mercancía es china. En estas tiendas podemos encontrar de todo: ropa, electrónica, herramientas, libros, etc., a precios irrisorios si los comparamos con el precio de productos similares en tiendas convencionales (la calidad es otro tema aparte). Todo "Made in China". Luego uno se fija en el personal y siempre se cumple la misma pauta: empleados chinos. Mercancía china y empleados chinos.

Mientras que nuestra clase empresarial local sigue noqueada aún con las sucesivas embestidas de la crisis en todas sus manifestaciones posibles, estos callados y reservados empresarios vienen con dinero en mano a montar "sus" negocios en nuestros barrios.

¿Pero cuál es "su" negocio? Es simple: los chinos nos venden "sus" productos. El entrecomillado pretende hacer hincapié en las particularidades de la expansión económica china con respecto a otras economías.

¿Con qué ventaja cuenta China para que tenga ese poderío expansionista? ¿Qué hace que un chino abra una tienda, por ejemplo, en el casco urbano de Güímar? Es clamoroso entrar a Güímar un domingo y ver que lo único abierto a las ocho de la tarde es la tienda de los chinos; vacía pero abierta. ¿Es que a ellos les salen las cuentas y a nosotros no? ¿Por qué?

China cuenta con una doble ventaja: unos tipos de cambio de su moneda muy bajos y la existencia de "dumping social". Vamos a intentar explicar a qué nos referimos.

China es una potencia económica, una megafábrica cuyo crecimiento interanual ha llegado a sobrepasar el 11%. Con 1.300 millones de habitantes es el país más poblado del mundo. Tiene 32 millones de desempleados, que representa el 4% de desempleo en el área urbana (el resto se encuentra en la todavía más opaca zona rural del interior). Para que se hagan una idea de la dimensión de China, su presidente se ha propuesto crear nueve millones de puestos de trabajo en 2011 y así dar salida a la mayoría de los quince millones de desempleados que poseen graduación universitaria. En Canarias, con casi trescientos mil desempleados, el ímpetu del presidente chino acabaría en diez días con el problema. En seis meses acabaría con el desempleo en España.

La población activa china asciende a ochocientos millones de personas y se puede decir que son los obreros de la fábrica más grande del mundo. Las condiciones de trabajo son diametralmente opuestas a las condiciones de trabajo del mundo occidental. Los salarios, en comparación con los nuestros, son paupérrimos y se sitúan muy por debajo de la media del resto de países. Ello provoca que los costes de las mercancías sean mucho más bajas al incorporar costes laborales más bajos. Se llama "dumping" social a este fenómeno. ¿Cómo lo hacen? China es una dictadura comunista. ¿Hay que entrar en más explicaciones?

Por otra parte, el tipo de cambio del yuan (moneda nacional china) se mantiene anormalmente bajo para así favorecer la exportación de las mercancías fabricadas en China. ¿Cómo mantienen la cotización del yuan tan bajo? ¿Cómo es una práctica que les es permitida por el resto de países?

Cuando cayó el telón de acero, en el año 1989, quedó de manifiesto el fracaso del comunismo como sistema económico, en favor del capitalismo. La antigua URSS se desintegró, y Rusia y sus antiguos países satélite comenzaron a cambiar tímidamente su sistema político dictatorial por algunos avances democráticos y abrazaron con fuerza el capitalismo. Ante este panorama, China quedó huérfana ideológicamente, pero fue muy práctica. En cuanto al sistema político, no ha cambiado un ápice, dado que sigue manteniendo una dictadura del proletariado, un verdadero régimen comunista. Pero desde el punto de vista económico ha creado un híbrido entre su sistema y el capitalismo. A este sistema lo podemos calificar como economía planificada de mercado. El capitalismo es ejercido desde el Estado.

No hay que buscar muy lejos para comprobar que practicar el capitalismo sin introducir la democracia causa a la larga el descontento del pueblo (Túnez, Egipto, Libia, Bahrein, Yemen, Jordania...), pero hay países como China donde las opiniones discordantes con el régimen tienen todavía un tratamiento bastante radical y férreo. Por otra parte, han jugado muy bien sus bazas en las relaciones internacionales de puertas para afuera, y aun representando a una dictadura, ese detalle queda en un segundo plano a la hora de hacer negocios con ellos.

En cuanto a su papel como nueva potencia económica y con enormes capacidades de inversión, se ha especializado en comprar la deuda del país más endeudado del planeta: los Estados Unidos de Norteamérica. Y a los norteamericanos no les parece mal. Se ha llegado a una simbiosis entre ambas economías, a un sistema planetario con dos soles en donde a los demás lo que nos toca es girar atrapados en la atracción gravitacional de ambos. De esta manera, China se ha convertido en el gran acreedor de EEUU, y se estima que las mayores reservas de dólares del planeta están precisamente en manos chinas. Por otra parte, EEUU está encantado de que alguien le compre la deuda generada por sus políticas keynesianas de incremento del déficit público para mitigar el desempleo de su economía.

Y volvemos la mirada a la tienda de los chinos de la esquina y ahora la observaremos con otros ojos. Nosotros les compramos sus artículos y ellos se llevan los euros a su país. Ni siquiera piden prestado a nuestros bancos para instalar sus negocios. Han aprendido muy rápido lo mejor del capitalismo y les va muy bien.

Nosotros, mientras, tenemos una serie de lastres autoimpuestos, como la democracia (y bendito lastre), que nos hacen complicados, que afortunadamente complica nuestra existencia y que supone el precio de poder opinar libremente. Tenemos la sensación de que la ola china lo arrasa todo, pero en el fondo nadie creo que les envidie.