Las siglas I+D+i, que identifican los procesos de investigación, desarrollo e innovación, marcan buena parte de la hoja de ruta hacia el cambio de modelo económico de Canarias. Al menos es uno de los términos más escuchados en el discurso político desde hace años. Sin embargo, el estallido de la crisis no ha permitido elevar el peso de la I+D+i en el Archipiélago, sobre todo en las empresas privadas, dado que en el sector público las iniciativas se multiplican.

En conjunto, el gasto en I+D se situaba en 2009 -último año del que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado datos- en el 0,58% del Producto Interior Bruto (PIB) autonómico, sólo por encima del nivel registrado en Baleares (0,38%) y a gran distancia tanto de la media nacional (1,38%) como de las autonomías líderes en investigación y desarrollo: Navarra (2,13%), el País Vasco, Madrid (ambos con el 2,06%) y Cataluña (1,68%).

El dato canario supone retroceder a 2005, con lo que se ha perdido el progreso en este campo cosechado en los años inmediatamente anteriores a la crisis (en 2007 se alcanzó el 0,64% del PIB), de acuerdo con los cálculos del INE. El nivel de 2009 equivale, según la misma fuente a 238,8 millones de euros de gasto, un 11,2% menos que el año anterior. Este descenso fue notablemente mayor que el registrado en el conjunto del país (-0,8%, hasta los 14.582 millones), que además fue el primero en 15 años, desde que el INE recaba datos al respecto.

De la cuantía total gastada en I+D en el Archipiélago, el 46,4% corresponde a las universidades, un tercio a la Administración y sólo el 19,7% a empresas y entidades sin ánimo de lucro. El desembolso del sector público se mantuvo en el año de referencia, pero el universitario cayó un 12,6% y el de las empresas un 12,3%.

El secretario general de la patronal provincial CEOE-Tenerife, Pedro Alfonso, atribuye la menor aportación de las empresas a la coyuntura económica. "Los recortes son generalizados y la innovación no es una excepción en aquellas empresas a las que este gasto no les garantice una mejora de la productividad. Se supedita -continúa- a que las perspectivas económicas sean mejores", lo que hace prever sucesivos descensos en, al menos, las tres próximas estadísticas anuales del INE. Eso sí, Alfonso indica que la mejora de los procesos productivos no está claramente reflejada en el PIB.

Sea como fuere, insta a "realizar los ajustes necesarios para que las inversiones en innovación no se vean tan afectadas, ya que este tipo de políticas, utilizadas de manera correcta y efectiva, pueden resultar beneficiosas para la productividad y la diversificación de la economía y el empleo".

Para intensificar su apoyo a la innovación de las empresas, la Agencia Canaria de Investigación, Innovación y Sociedad de la Información (Aciisi) destinará 108 millones de euros en 2011. Este año arrancará el Plan Canario Integrado de I+D+i, que, hasta 2015, velará por la convergencia de las políticas autonómicas con las estrategias de la Unión Europea. La prioridad del programa es que las empresas isleñas innoven más y así favorezcan la diversificación económica del Archipiélago.

El director de la Aciisi, Juan Ruiz Alzola, pone de relieve la necesidad de disponer de un instrumento así para estimular a un tejido productivo mayoritariamente constituido por microempresas y autónomos: "Hemos de prestar mayor atención a esta realidad y trabajar para despertar la curiosidad y el interés de estas empresas por la innovación". El año pasado, más del 60% del presupuesto en I+D+i de la Comunidad Autónoma se destinó a apoyar la innovación empresarial.

El tamaño importa

El secretario de Empleo e Innovación de CCOO-Canarias, Francisco Pozo, cree conveniente distinguir entre la I+D, más al alcance de las empresas de mayor tamaño, y la innovación, que agrupa procesos con aplicaciones inmediatas. "Los procesos de investigación y desarrollo requieren unas inversiones grandes y tienen unos rendimientos a largo plazo, no dan una productividad inmediata. Por ello, los empresarios son más reacios a hacer inversiones en I+D y hay una gran dependencia del sector público", señala Pozo.

Además, pone el acento en las dificultades intrínsecas del empresariado isleño. "La gran mayoría de las empresas de Canarias son pequeñas, por lo que no disponen de tiempo ni recursos para estos fines. Los departamentos -agrega- o partidas económicas específicas de I+D quedan para las grandes".

Sí hay más posibilidades, añade el responsable del área en CCOO-Canarias, de aplicar la innovación tecnológica, cuya eficacia se ve a más corto plazo, explica. "Puede ser el uso, en hostelería, de bombillas de bajo consumo y de detectores de presencia para el ahorro en iluminación, o de reductores del flujo de agua. Son pequeñas inversiones que a la larga dan muy buen rendimiento. El gasto en iluminación está en torno al 8% del total en un hotel. Una reducción del 50% ahí es bastante importante y supone innovar", valora Pozo.

Que las empresas de mayor tamaño gastan más en innovación es algo que sólo se corrobora en tres autonomías: Madrid, Cataluña y Aragón. En las dos primeras está claramente ligado al gran número de empresas de más de 250 trabajadores. En Canarias, sin embargo, este segmento es responsable de sólo el 23% del gasto en actividades innovadoras. Eso si, según el INE, en 2009 subieron su aportación un 43%, frente a la reducción del 50% ejecutada por el resto.

Mayor conciencia

A pesar de la crisis, la responsable de la Red Canaria de Centros de Innovación y Desarrollo Empresarial (CIDE) en la Cámara de Comercio de la provincia tinerfeña, María Victoria Cairós, considera que el interés del empresariado es creciente. Es más, dice que la actual situación económica "ha agilizado que las empresas cambien su filosofía y empiecen a incorporar la cultura de la innovación, algo que también es un efecto de todo el trabajo realizado para difundirla en estos años".

Según Cairós, en una coyuntura de crisis "es más fácil demostrar a los empresarios que la mejora de su competitividad parte de su diferenciación, para lo que, a su vez, tienen que innovar". Consecuencia de ello es que los pequeños empresarios "ya reconocen que no toda la innovación requiere una gran inversión tecnológica y que hay muchos otros cambios que pueden tener impacto en la rentabilidad de la empresa".

Pero el apoyo de la Red CIDE también se dirige a las grandes inversiones y la creación de empresas de base tecnológica en las Islas. "Se identifican aquellas con carácter innovador y se les ofrecen los servicios de la red, que asesora sobre proyectos específicos ligados a un alto uso del conocimiento y al desarrollo de tecnologías o nuevos servicios", explica Cairós.

Para la técnico de innovación de la Cámara, el hecho de que la economía isleña se apoye principalmente en el sector servicios no supone un impedimento a la hora de expandir el gasto en I+D. "Muchas veces no se ve claro, pero los servicios están ligados al desarrollo tecnológico. Puede ser uno de los motivos por los que parece que aquí innovamos menos, pero en nuestras empresas está habiendo un cambio en este sentido".

Así, destaca que la agenda de trabajo de los técnicos CIDE "está llena". En la Cámara tinerfeña, ello se tradujo en 2010 en 253 empresas atendidas, de las que 61 se presentaron a convocatorias autonómicas de ayudas y 14 lograron fondos estatales, en concreto más de 3,5 millones de euros. "Estos últimos proyectos llevan detrás retos tecnológicos importantes", resalta.

Cultura social

Es un ejemplo de la progresión de la I+D+i en el Archipiélago, que de todas formas sigue a la cola del país. Para Francisco Pozo, ello se debe a la visión "cortoplacista" de la mayoría de los empresarios y al poco peso de la industria en el PIB isleño, dado que éste es el sector "más proclive a innovar", recuerda.

Pedro Alfonso, por su parte, considera que la escasa cultura innovadora trasciende la esfera empresarial y alcanza al conjunto de la sociedad. "Hay que encontrar -argumenta- un entorno propio para el desarrollo de la innovación. No sólo es fundamental para la actividad empresarial, sino para lograr que el desarrollo económico se prolongue en el tiempo".

En un reciente estudio del Instituto de Estudios Económicos, su director, Juan Iranzo, aclara que "lo importante no son los recursos que se destinan a la I+D+i, sino los resultados que se generan, de muy distinta naturaleza y con impactos diversos, sobre la competitividad y sobre el crecimiento".