Los europeos, con los franceses, los islandeses y los británicos a la cabeza, son los más pesimistas sobre la evolución de la situación económica este año, según un sondeo difundido hoy por el diario galo "Le Parisien".

Una de las principales conclusiones de esta encuesta realizada por BVA-Gallup y efectuada en 53 países es que ha aumentado la distancia entre los "confiados" países emergentes y las "temerosas" naciones occidentales, que según el estudio "no acaban de ver la luz al final del túnel".

El sondeo tuvo lugar entre octubre y diciembre del año pasado e indica que el 61 por ciento de los franceses considera que 2011 será un año de dificultades económicas, opinión compartida por el 52 por ciento de los británicos y el 48 por ciento de los españoles, que en el ránking de los pesimistas ocupan el séptimo lugar.

Frente a los malos presagios de los europeos, los habitantes de Vietnam, Nigeria, Ghana y China se erigen como los más optimistas sobre las perspectivas económicas de sus respectivos países en los próximos doce meses.

Para los autores del estudio, no deja de ser "sorprendente" que Estados como Kosovo y Afganistán estén en la lista de los diez con mayor esperanza en una mejora de la situación, y que otros como Pakistán e Iraq también tengan fe en el futuro.

Esa confianza se debe, a su juicio, a que los cambios políticos, reales o previstos, son más determinantes que las perspectivas económicas sobre la moral de los habitantes de lugares que se enfrentan a la pobreza y al terrorismo.

La encuesta llega a afirmar, por ello, que el bienestar material no va vinculado, necesariamente, a la capacidad de mirar el futuro con optimismo.