El Gobierno de Portugal insistió hoy en que no tiene previsto recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI), a pesar del aumento de la desconfianza de los inversores hacia la economía lusa reflejada en la alta presión sobre su deuda.

El interés sobre la deuda pública del país a diez años -utilizados como baremo de la confianza en la economía de un país- volvió a dispararse hoy y alcanzó el 7,37 por ciento, un nuevo máximo desde la entrada en vigor de la moneda única en 2002.

Al término del Consejo de Ministros, el secretario de Estado de la Presidencia de Portugal, Joao Tiago Silveira, declaró que el Ejecutivo socialista está "concentrado" en reducir el déficit hasta el 4,6% en 2011 a través de "un fortísimo esfuerzo" de los portugueses y del propio Gobierno.

Con el objetivo de cumplir con las exigencias de Bruselas, el Gobierno aprobó, gracias a la abstención del mayor partido de oposición, un severo plan de austeridad en el que figura una bajada salarial de los funcionarios, congelación de las pensiones, aumento del IVA y revisión de las grandes obras públicas.

Los analistas atribuyeron el agravamiento de la presión de la deuda lusa a unas declaraciones de la ministra de Economía francesa, Christine Lagarde, quien mostró su apoyo a la propuesta de Alemania para que los inversores en deuda pública sufraguen parte del coste del rescate de las economías insolventes.

La Bolsa de Lisboa cerró la sesión de hoy con una de sus mayores caídas de las últimas semanas y se contrajo el 1,45 por ciento, influenciado por la presión sobre la deuda soberana de los países periféricos del euro.

Los bonos irlandeses a diez años llegaron hasta el 9,26%, mientras que en España se situaron en torno al 4,6%, lejos todos ellos del interés de los bonos germanos -utilizados como referencia-, y que se encuentran en torno al 2,4%.