Las aerolíneas británicas reclamarán hoy una compensación millonaria al ministerio de Transportes del Reino Unido por el cierre del espacio aéreo a raíz de la llegada de la nube volcánica procedente de Islandia.

Aunque desde la erupción del volcán islandés, que obligó al cierre durante seis días de abril de parte del espacio aéreo europeo, ha habido algunas conversaciones entre las aerolíneas y el Gobierno, hoy es la primera ocasión que tienen aquéllas de abordar el tema con el titular del departamento, Philip Hammond.

Según el diario The Independent, las aerolíneas acusan al Gobierno de haberse excedido en su reacción a la llegada de las cenizas volcánicas al prohibir, sin más, los vuelos.

Argumentan además que no tienen por qué ser ellas quienes soporten en exclusiva los costos de eventuales perturbaciones en el tráfico aéreo debidas a desastres naturales.

La Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) calcula en unos 1.700 millones de dólares los perjuicios causados a las compañías aéreas en todo el mundo por la nube volcánica.

Esas compañías reclaman ahora al Gobierno británico cientos de millones de libras de daños y perjuicios para resarcirse tanto de la pérdida de ingresos por el cierre del espacio aéreo como de los costos en que incurrieron al tener que hacerse cargo de los pasajeros que no pudieron regresar a tiempo al país.

Los responsables de las compañías están indignados por la tardanza de los gobiernos en percatarse de la magnitud del problema, lo que se tradujo en cinco días de auténtico caos causados por el cierre del espacio aéreo antes de que los ministros de los distintos países hablaran unos con otros.

"Europa estaba cerrada, los sistemas de transportes, paralizados y las aerolíneas, asustadas y con un trabajo a contrarreloj, pero los ministros se fueron de fin de semana como si no ocurriera nada", declaró al periódico británico una fuente de la industria aérea.

Las aerolíneas critican también el empleo de modelos de computadora para calcular las zonas afectadas por la ceniza volcánica y prohibir todos los vuelos en lugar de utilizar imágenes de satélite más sofisticadas para determinar la densidad de la nube volcánica y buscar nuevas rutas para los aviones.

Desde el estallido de la crisis en abril se han perfeccionado los modelos de los reguladores del tráfico aéreo, lo que ha permitido ser más precisos en los posteriores cierres de aeropuertos.

Otro motivo de preocupación de las aerolíneas tiene que ver con la responsabilidad: en caso de desastre natural, los gobiernos intentan satisfacer las necesidades de los ciudadanos, pero las aerolíneas se ven además especialmente perjudicadas porque la legislación aérea indica que el transportista debe ocuparse de los pasajeros si se suspende un vuelo por la causa que sea.