FUE un partido cerrado, de esos que los expertos llaman tácticos en estos tiempos tan dados a ponerle etiquetas a todo en el fútbol. Cádiz y Tenerife se conocen. Cervera sabía a quiénes tenía enfrente, pero ellos también conocían su forma de jugar. Se estrecharon así las diferencias, pero el equipo insular fue algo mejor que su rival.

En ese pausado ir y venir creó más ocasiones. Hasta tres claras en las que Cifuentes tuvo un protagonismo destacado. Y cuando el 0-0 ya parecían firmarlo los dos equipos apareció la fe de Aitor Sanz para robarle la cartera a Sankaré y asistir a Amath N''Diaye, que, a la tercera, no perdonó.

El premio es justo para un equipo que en las grandes ocasiones siempre da la cara. Lo hizo en Getafe sobreponiéndose a un rival que repartió golpes más allá de lo que permite el reglamento con la anuencia arbitral. De allí sacó un punto. Y repitió en Cádiz para romper la racha de un equipo que ya miraba hacia la segunda plaza, que es propiedad del Girona desde hace muchas semanas.

Por eso, este Tenerife es fiable. Sabe sobreponerse a las ausencias (esta semana faltó Choco Lozano y la próxima no estarán disponibles Aarón Ñíguez y Germán), a los ambientes complicados y hasta a los arbitrajes desafortunados. Queda mucho camino por recorrer y, pese a la euforia por tan señalado triunfo, no pierdo de vista que el séptimo (SD Huesca) está a solo tres puntos de los blanquiazules. Encima llega otro rival directo al Heliodoro: el Real Oviedo. Todo un partidazo.

@juanjo_ramos