Mientras antiguos jugadores discuten si una final entre el suizo Roger Federer y Rafael Nadal podría ser oportuna para el Abierto de Australia y la historia de este deporte, el español se preparó ayer a fondo para la gran roca que le espera esta mañana (8:00, hora canaria), el canadiense Milos Raonic.

Tras ganar los dos primeros encuentros en Melbourne Park sin ceder un set, Nadal ha demostrado en los dos últimos, de desgaste total contra Zverev y el francés Gael Monfils, que todo es posible.

Su físico parece estar al nivel que la cita requiere, pero el recuerdo de Brisbane lo mantiene alerta, aunque la esperanza de alcanzar de nuevo unas semifinales del Grand Slam, después de tres años (final de Melbourne ante Djokovic en 2014), le alienta.

"Hay que estar agresivo en todo momento. Esa es la realidad de partidos contra jugadores así, y Raonic aparte de que saca fantástico, el ''top 2'' del mundo sacando, desde el fondo juega bien y es complicado", añadió el español, contento por haber alcanzado de nuevo los cuartos de un Grand Slam después de casi 18 meses..

Raonic, que en los últimos días ha tenido fiebre, comentó que se encuentra acabando su recuperación. "Tengo la energía, aunque no estoy a tope de capacidad, pero la tengo", afirmó.

Nadal se ha impuesto a Raonic en seis de sus ocho duelos. El último cayó del lado del canadiense en los cuartos de Brisbane, donde venció por 4-6, 6-3 y 6-4. En pista dura, como la del Abierto de Australia, Nadal domina por 5-2.