Kei Nishikori logró la primera medalla olímpica en tenis para Japón, un bronce que arrebató en Río 2016 a Rafael Nadal (6-2, 6-7(1) y 6-3), que inició la lucha con una versión gris pero que acabó en plena pelea y llevó al límite al nipón hasta que se le agotaron las fuerzas.

Lastrado por el cúmulo de esfuerzos a los que fue sometido cada día en Brasil y afectado en su ánimo por el doloroso revés encajado en la épica semifinal ante Del Potro, que le dejó exhausto, Nadal estuvo a punto de remontar un partido imposible.

Murió en el intento el español, que acabó fundido y a un paso de añadir en su leyenda un nuevo éxito dramático. El bronce se le negó. Pero su impronta permaneció.

Fue con la proximidad del triunfo de Nishikori cuando emergió Nadal. Se dispuso a sacar para ganar el nipón y se topó con la pérdida de su servicio por primera vez. Fue un punto de inflexión del español que empezó a remontar hasta llevar el set al desempate. Ganó Nadal y el japonés tuvo que parar el partido. En plena efervescencia del balear, Nishikori se marchó al vestuario, donde permaneció más de diez minutos a pesar de las quejas de su rival y del público.

Logró lo que quiso el tenista oriental, que frenó la euforia de su adversario. Obligó a Nadal a volver a remar a la contra cuando le arrebató el servicio en el cuarto juego. Ya todo fue para él favorable. El español, en la reserva, se quedó sin fuerzas.