Puede que la Eurocopa de Francia la más multicultural de la historia. Numerosos futbolistas, que no nacieron en el país al que representan o con antepasados de otros lugares, defienden sus colores con orgullo. Ya no es extraño ver a Selassie en la República Checa, Neudstadter en Rusia o Nikolic en Hungría. De hecho, entre Francia, Suiza y Bélgica hay 40 futbolistas con doble nacionalidad. Pero quizás el caso más llamativo está en Austria. David Olakutunbo Alaba tiene una historia peculiar.

Sus padres se conocieron en el país centroeuropeo de casualidad. George era un DJ y cantante de origen nigeriano que se hizo popular en el grupo Two in One. Ya asentado en Austria, donde su carrera musical tenía más opciones de prosperar, conoció a Gina. Esta enfermera, de nacionalidad filipina, ganó un concurso de belleza y conoció al que hoy es el padre de sus hijos. Porque David tiene una hermana: Rose. Y también es famosa después de su éxito en el programa televisivo Popstars Mission Austria.

El joven David empezó en el SV Aspern, el equipo de su ciudad, en el fútbol. Durante unas vacaciones fue reclutado por el Austria de Viena. Tenía diez años. El Bayern de Munich le captó en 2008. Fue al tercer intento. En los dos anteriores, el niño rechazó al gigante alemán por un exagerado sentimiento de rivalidad. "Llegaban a los campeonatos de canteras con el chándal más fino y los autobuses más bonitos, como si te permitiesen jugar contra ellos", ha explicado en más de una ocasión. Años después, lo entendió. "Después de conocer el club por dentro, siento que formo parte de una gran familia y que tiene esa arrogancia necesaria que requiere el fútbol", dijo en la web de Radio Afrika TV.

Amante de la comida filipina de su madre y su tía, Alaba debutó a los 17 años con el primer equipo del Bayern, siendo el más joven de la historia del club. No ha tenido malos maestros: Van Gaal le dio la alternativa, Heynckes la titularidad después de un año de cesión en el Hoffenheim y Guardiola, la evolución de lateral a futbolista total. Con el éxito, el interés de sus selecciones. "Para mí es un honor representar a Austria", dijo cuando fue convocado. No quiso esperar por Nigeria ni se planteó aceptar una llamada de Alemania. "No me une nada a ellos", descartó en Kicker.

Creyente (es seguidor de la Iglesia adventista del Séptimo Día), el jugador que representa la multiculturalidad de esta Eurocopa, siempre tuvo las ideas claras. Quería el 7 en su camiseta. "Lo tiene Ribery, y Van Bommel el 17, me pondré el 27", se propuso. Dijo no al Barcelona el pasado verano porque puso una exigencia inaceptable para Luis Enrique: quería jugar en el centro del campo. Quizás porque su ídolo siempre fue el galo Patrick Vieira.