Sucede en el fútbol que hay momentos y gestos que se valoran más que las trayectorias. Hace ya algunos meses, pero la afición del Tenerife no olvida. Era el minuto 92 en La Romareda y, fruto de un penalti más que dudoso, ya ganaba el Zaragoza. Con todo decidido, el árbitro Arias López se inventó otra pena máxima por un supuesto derribo de Dani Hernández a Ángel.

El tinerfeño se ofreció. Peleaba contra su inicial mala fortuna ante el gol. Necesitaba reivindicarse ante su nueva afición y decidió hacerlo marcando a su exequipo. Hasta ahí, todo normal. Pero cuando el balón se alojó en la red de la portería blanquiazul todo cambió. Celebró con una llamativa efusividad una diana que ni cambiaba el resultado del encuentro ni tenía un trascendencia más allá de la de engordar su estadística. Las redes sociales ardieron esa noche.

El fútbol está lleno de gestos. De futbolistas que no celebran los goles ante sus exequipos. Otros sí. Pero pocos con la euforia que demostró en La Romareda el lagunero. Su negativa a volver a la Isla el pasado verano, la tercera desde que salió del Tenerife en 2010, también fue esgrimida como argumento para censurar su celebración. Muchos le citaron entonces para la segunda vuelta. Habrá que ver el recibimiento. En su defensa, Ángel asegura que no tuvo mala intención ni desea mal al equipo de su tierra.