El CD Tenerife supo sacar adelante un partido que se presumía complicado ante un rival en línea ascendente. Y lo hizo no de manera brillante, pero sí sacando a relucir efectividad cuando más lo necesitaba. De inicio el Tenerife se mostró como un bloque que parecía conocer bien el librillo de Martí. El mallorquín repitió equipo y jugaron los mismos que "se lo habían ganado" una semana antes. El inicio del encuentro fue esperanzador; tanto que a los cuatro minutos ya ganaba cero a uno, después de que Suso fabricara una acción "marca de la casa" por su banda y pusiera un balón al área rival, que se transformó en un tibio despeje de Pulido, dejando una pelota perdida en la línea frontal que no desperdició Aitor Sanz, que soltó un derechazo que se coló irremediablemente en la meta local. El gol sembró dudas en un Albacete que se empezó a incomodar. El Tenerife tapaba todas las vías, y salvo en un par de escaramuzas que resolvió bien Dani, ni Jona ni Rubén Cruz encontraban el camino para dañar a los visitantes. Pero el paso de los minutos fue deshilachando a los isleños y se fueron olvidando de la pelota. No había control del balón y los tres de arriba se convirtieron en tres satélites sin órbita exterior. Afortunadamente el "Alba" seguía sin brújula, pero el partido estaba en un punto en el que nadie se hacía dueño de la situación. Solo un discutido libre indirecto en el área blanquiazul puso suspense en la meta visitante, pero el cuerpo de Raúl Cámara, taponando el disparo a pocos metros del marco chicharrero, disipó el susto. Pero el plan Martí no salía. Lo mejor era que se iba a llegar al descanso en ventaja; o eso parecía hasta que en la última jugada del primer acto el Albacete empató. Fue en un centro del lateral Antoñito desde la derecha y, tras un buen control, el otro lateral de los albaceteños -Javi Paredes- batió a Dani con un potente disparo. A vestuarios con desconsuelo. En la reanudación el Albacete pisó el acelerador en busca de la remontada y a base de empuje y varios saques de esquina parecía que lo podía acabar logrando. Aun así, el Tenerife estuvo cerca de marcar cuando un regalo de Núñez dejó a Cristo mano a mano con Juan Carlos, pero el atacante de Añaza no tuvo claridad para definir y la ocasión se fue al limbo. Era el minuto 52 y la grada esperaba el dos a uno en cualquier momento, más por sensación de dominio de los suyos que por jugadas de peligro para Dani Hernández. Faltando media hora Martí movió ficha y entró Omar por Pedro, pero el cambio clave llegó en el minuto 72, cuando Tomás Martínez compareció en el partido para guiar a sus compañeros hacia el triunfo. El argentino es de esos jugadores que atraen el balón y a los rivales. Un pelotero de calidad que ilumina el verde cuando toma el mando del balón. En una de esas apariciones, condujo una pelota hacia la portería rival. A medida que avanzaba, iba atrayendo la atención de más defensas, que se quedaron hipnotizados observando al mediapunta sudamericano, que cedió el testigo a un brillantísimo Aitor Sanz que volvió a sacarse una asistencia de lujo. Suso fue el receptor, y tras sortear la salida del portero a media altura acabó rematando a trompicones con su pierna izquierda, el balón entró a regañadientes pero acabó por suponer el 1-2 a 10 minutos del final, que ya liquidó la moral manchega mientras prolonga por segunda semana el viento a favor que se ha conseguido desde el aterrizaje de Martí en el Tenerife, que no ha podido empezar de mejor manera su etapa de entrenador.