Desde que en 1992 alcanzó la independencia tras la desintegración de la antigua Yugoslavia, Bosnia Herzegovina nunca había ganado una medalla en los campeonatos del mundo de atletismo. Ahora tiene una de bronce gracias a un desconocido en el mundo atlético hasta hace un mes, Amel Tuka, de 24 años.

El primero de julio ya atrajo la atención de los estadísticos, siempre dispuestos a recoger cualquier microscópica novedad en el horizonte atlético. Un bosnio había bajado claramente de 1:45 en el 800 de Velenje (Eslovenia). Era él, que acreditó 1:44.19.

Diez días después, en Madrid, le dio un mordisco de otro medio segundo a su marca al vencer con 1:43.84, y el 17 del mismo mes, en Mónaco, se situó de golpe en cabeza del ránking mundial con 1:42.51. ÑIncreíble! En sólo diecisiete días había mejorado su récord personal, que era de 1:46.12, en casi cuatro segundos.

En la reunión monegasca batió, además, a lo más granado de la disciplina con la única excepción del plusmarquista mundial, el keniano David Rudisha. De no haber sido porque en ese mismo mitin la etíope Genzebe Dibaba batió el récord mundial de 1.500, Tuka habría sido el protagonista indiscutible de la reunión.

De un zarpazo, Tuka se había situado en el undécimo lugar del ránking de todos los tiempos y se había convertido en el cuarto europeo más rápido de la historia, solo por detrás del danés de origen keniano Wilson Kipketer, del británico Sebastian COE, nuevo presidente de la IAAF, y del ruso Yuri Borzakovski.

"No sé cómo ha ocurrido, tendréis que preguntárselo a mi entrenador", comentó tras la carrera de Mónaco.

Luego explicó que hace año y medio se trasladó a Verona (Italia) para entrenar en el grupo de Gianni Ghidini junto a varios atletas kenianos y que su objetivo para este año era una marca de 1:45, es decir, mejorar su récord en un segundo, que para el 800 ya es mucho en una sola temporada.

Después regresó a su base "para hacer algunos entrenamientos duros antes de Pekín".

Tuka se inició en el deporte como futbolista, pero con 17 años, en clase de educación física fue requerido para correr un 400. Lo hizo con indumentaria normal y sin clavos, y el profesor se quedó atónito cuando paró el cronómetro en 50 segundos, relata el atleta en un reportaje de la IAAF.

"Exactamente el 1 de enero del 2009 empecé a entrenar más seriamente, unos días antes de cumplir los 19. Su marca de 400 (47.19), de hace dos años, también es récord de Bosnia, pero pronto descubrió que lo suyo era el 800.

En 2013 consiguió ya la medalla de bronce en el Europeo sub-23 con 1:46.29. Siempre atento a la caza de talentos, Ghidini, el técnico que en 2008 hizo campeón olímpico al keniano Wilfred Bungei aquí en Pekín, reclutó al bosnio para su "cuadra".

El año pasado Tuka fue sexto en el Europeo absoluto de Zúrich con nuevo récord nacional (1:46.12), la marca con la que empezó la presenta campaña veraniega.

Para Ghidini una de las cualidades del nuevo talento del 800 es su capacidad para mantener un ritmo uniforme. En Mónaco hizo dos vueltas casi iguales de 51 segundos y luego sacó a relucir el remate de un verdadero "killer".

En la final mundialista ha pagado tal vez un exceso de confianza, al salir tan relajado atrás. Aunque se va con la medalla de bronce, lo cierto es que cuando quiso meterse en la refriega, a 200 metros del final, la poderosa zancada de David Rudisha tenía ya sentenciada la carrera.