El Tenerife apenas cumplía su tercera temporada en categoría nacional, pero ya había definido una dinámica que le acompañaría durante décadas: éxitos en el Heliodoro y tropiezos a domicilio. En sus dos primeros cursos en Segunda División sumó veintitrés triunfos en treinta apariciones en la Isla... y veintidós derrotas en sus treinta salidas. Y nada cambiaba en el curso 55-56 sin descensos directos por ampliación de la categoría. Los dos últimos debían disputar una eliminatoria de permanencia ante los subcampeones de Tercera División.

Con Domingo Pisaca en la presidencia y Carlos Muñiz como técnico, protagonistas del ascenso logrado dos años antes, el Tenerife realizó una catarata de fichajes. Funcionaron el extremo Marroig (Valencia), el meta García (Madrid) y el zaguero grancanario Pantaleón (Atlético de Madrid). El resto decepcionó y Muñiz tiró de la cantera. Se asentaron el extremo Manolín y el todocampista Juan Padrón, que había debutado el curso anterior con 18 años. Eso sí, el equipo sólo había sumado un punto como visitante en la primera vuelta y pagaba el tropiezo (1-2) ante el Mestalla en el debut liguero.

En aquel tiempo los viajes a la Península se traducían en vuelos de doce horas con escalas en Casablanca y/o Sevilla. Y luego, interminables trayectos por las carreteras de la época, alguna de tierra, en incómodos autocares. Como el calendario obligaba al Tenerife a disputar dos partidos seguidos en la Isla y otros dos como visitante, en cada desplazamiento la expedición permanecía diez días fuera de la Isla, con entrenamientos en el viejo Metropolitano y el hotel Mora (Madrid) de cuartel general. El comienzo de la segunda vuelta incluía la visita al Mestalla y al España de Tánger.

Decimotercer clasificado al término de la primera vuelta, el Tenerife sólo aventajaba en dos puntos a Badajoz y Plus Ultra, que ocupaban la zona de promoción. Obligado a puntuar como visitante para no complicarse la permanencia, ante el Mestalla se logró el objetivo (1-1) con Julito de organizador y un gol de Marroig, tercero en cinco partidos. De regreso en Madrid, se informó al extremo del fallecimiento de su padre. Marroig acudió al sepelio y abandonó una expedición compuesta por los titulares y el portero suplente, pues sólo estaba permitida la sustitución del guardameta.

Ausente Isal por lesión, Muñiz reclamó la presencia de Juan Padrón, capaz de jugar en varias posiciones, quien se incorporó a la expedición en Tánger, ciudad norteafricana del protectorado español de Marruecos. Sin embargo, el club se olvidó de entregarle la ficha federativa... y una vez en el estadio de El Marchán, el colegiado murciano Manuel Cerezuela le denegó el permiso para actuar con el a veces aceptado recurso de presentar una documentación acreditativa de identidad y firmar el acta. Y ante la opción de jugar con diez, Muñiz alineó al portero Cuco de extremo zurdo.

Tocó pocos balones el guardameta palmero, "pues el Tenerife desarrolló desde el inicio el juego que más le convenía, al retrasar a sus interiores y mostrar una vigilancia pegajosa. Así se colocaron y así se mantuvieron todo el primer tiempo", se lee en la crónica de Alfil. Agarrado a "la dureza de Chicho" y "la clase de Pantaleón", el grupo de Muñiz mantuvo el empate durante una hora, pese a la intimidación de la grada al árbitro al no sancionar con penalti dos caídas en el área visitante de Bolea y Roth, delanteros que antes y después de este encuentro jugarían en el Tenerife.

El cerrojo blanquiazul se mantendría "hasta que Lorente dribla a su secante Perla y centra al área, donde el remate de Gordillo es rechazado por García y Riffi, oportuno, marca el gol de la victoria". "A partir de ese tanto, el Tenerife se lanza al ataque y Cuco tuvo en sus pies el gol del empate, que falló por su falta de experiencia para jugar en ese puesto", agrega Tinerfe en Jornada. Pese a irse de vacío, el esfuerzo en circunstancias adversas llenó de confianza a Muñiz. "Nos hemos demostrado que somos capaces de hacer buenos partidos en las salidas y borrar los negativos que tenemos", dijo.

Muñiz eximió de culpa a Padrón en su viaje sin ficha: hizo titular al interior lagunero, que le agradeció la confianza con ¡cuatro goles en los siguientes cuatro partidos!. Todo ello permitió al Tenerife golear (4-1) al Atlético Tetuán en el Heliodoro y sumar tres positivos en la siguiente aventura peninsular, saldada con victoria (1-4) ante el San Fernando y empate (1-1) con el España Industrial, filial del Barcelona que subiría a Primera División bajo el nombre de Condal. Y así, con la confianza ganada en Tánger y su doble éxito posterior, selló el Tenerife una solvente permanencia.

Lo hizo en un curso de despedidas: Carlos Muñiz dejó el banquillo y Domingo Pisaca renunció a la presidencia. También dijo el Tenerife adiós a África, pues el Atlético Tetuán (con paso efímero por Primera División) y el España de Tánger abandonaron la competición al proclamarse la independencia de Marruecos. Pero ello no supuso un ahorro: la ampliación de la categoría a veinte equipos hizo que aumentaran los viajes, que ya suponían un importante quebranto económico. Eso sí, el Tenerife nunca más se vio obligado a alinear al portero suplente como jugador de campo.